Niños y adolescentes: el rostro oculto del VIH en Chile

23 Junio 2015

El Servicio Nacional de Menores (Sename) lanzó el primer protocolo para atención y no discriminación de niños y adolescentes con VIH que será aplicado en los distintos centros del organismo. 

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Hace más de un año, el Servicio Nacional de Menores y el Ministerio de Salud sellaron un compromiso con el objetivo de desarrollar  una estrategia para la “promoción de la salud sexual, la prevención y control de VIH/SIDA y las Infecciones de transmisión sexual (ITS) en un contexto de no discriminación”.

En este escenario, esta semana el organismo presentó un protocolo de atención que será aplicado en los centros residenciales del servicio.

“Tenemos una gran deuda con los niños frente a esta temática. Todos los estudios, protocolos y estadísticas que se realizan sobre VIH en Chile van dirigidos hacia los adultos”, advirtió la directora del Sename, Marcela Labraña.

Agregó que “quieren hacer pública esta iniciativa y decirles a todos que hay niños, niñas y adolescentes con VIH. Este no es un tema exclusivo de un grupo, el VIH y las ITS no discriminan por edad”. Marcela Labraña concluyó que “esa deuda se termina cuando logremos ingresar al Parlamento la Ley de Garantías de derechos de las niñas y niños. Hay que recordar que hace 25 años como país se ratificó la Convención Internacional de estos derechos”.

El VIH o Virus de la Inmunodeficiencia Humana se transmite entre las personas a través del contacto sexual, sanguíneo y vertical. En el último caso, se da entre una gestante que vive con el VIH a sus hijos/as durante la gestación, parto o lactancia. Por ello, se debe seguir un protocolo durante todo el embarazo para evitar la transmisión “vertical”. Éste considera ofrecimiento universal del test a las embarazadas (Elisa), con consejería y acceso voluntario a él, tratamiento antirretroviral a la madre y su hijo, además de un sucedáneo de la leche materna para el recién nacido.

En este marco se presentan dos desafíos: disminuir los casos de niños nacidos con VIH y mejorar las condiciones de acompañamiento para los menores y adolescentes que viven con el virus.

La huella del estigma 

Valeska Vergês, matrona y Magister en Psicología del Adolescente con mención en psico-educación, advirtió que estos menores son muy protegidos porque hasta los 18 años son tratados en pediatría. “Quizás no se han dado los espacios suficientes para dialogar sobre su sexualidad”, comentó.

“Se prioriza el tratamiento e ir a los controles y no se aclaran todas sus dudas y temores sobre el VIH que es una enfermedad que en nuestra sociedad es muy estigmatizada”, manifestó  la integrante del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (CEMERA) de la Universidad de Chile. De la misma forma, Valeska  Vergês, Diplomada en Afectividad y Sexualidad,  aseguró que “los profesionales que llevan más años con ellos han tratado el tema. Con el estigma de tener VIH necesitan una consejería especial”.

El primer caso de sida pediátrico fue notificado en 1987. La Dra. Ana Chávez Polanco, Médico Pediatra Infectóloga del Hospital Exequiel González Cortés, recordó que en ese primer escenario  “los niños fallecían a los pocos años, pero con las drogas actuales la sobrevida es larga y la calidad de vida mejoró. Eso nos ha llevado a tener más adolescentes, esos pequeños del pasado hoy son jóvenes”. En la Región Metropolitana son 60 adolescentes, informó.

Igualmente, la doctora expuso que uno de los grandes desafíos de los equipos de salud es hacer comprender a la familia que el tratamiento tiene que llevarse a cabo día a día.

“También hay otro tema muy importante. Existen protocolos para que la madre con VIH no tenga hijos/as con el virus.  Varias niñas contagiadas han crecido y hoy son madres. Esas guaguas hasta el momento no han sido infectadas”, destacó la profesional que integra el Comité científico asesor VIH/SIDA.

Impactos en la familia

UNICEF y CONASIDA realizaron un estudio entre diciembre de 2004 y julio de 2005 denominado la “Situación de la Infancia por el VIH/SIDA en Chile”. Entre sus conclusiones, detalla que la irrupción del virus en una familia tiene muchos impactos.

Se advierte que “la discriminación y autoexclusión que conlleva el SIDA no es comparable a ninguna otra enfermedad. Se observa una tendencia de las familias a salir de los círculos comunitarios y con ello salen también los hijos” (con o sin VIH).

En el documento se pone otra materia en el debate, especificando que “la mayor dificultad en esta área (impacto psico-emocional) es compartir con los niños el diagnóstico de la enfermedad. Las familias no cuentan con herramientas ni programas que les ayuden a dar a conocer la información y ofrecer contención a la reacción de los niños”.