Los Profetas, los grandes olvidados (III)

Los Profetas, los grandes olvidados (III)

15 Mayo 2011

en Alemania desde hace 35 años está obrando un profeta fuera de los márgenes eclesiales tradicionales, una mujer de nombre Gabriele, cuyas enseñanzas están recogidas en más de 120 libros.

Juan Lama Ortega >
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Los profetas, los grandes olvidados (III)

De los muchos aspectos que se pueden realzar de las Sagradas Escrituras, hay un hecho muy interesante, que no se menciona e ignora, es el de que los primeros cristianos no comían carne. El mismo san Jerónimo, que por el año 383 d. C. recopiló los textos que conformarían La Vulgata, la primera Biblia en latín, según expresa alguna de sus biografías, era vegetariano.

Pese a la importancia de esta aseveración,  ésta no fue considerada por los estudiosos posteriores de la teología católica, habiendo sido incluso totalmente anulada, con la declaración de otro gran personaje de la Iglesia, santo Tomás de Aquino quien aseveró que los animales no tienen alma.

Al lector interesado se le recomienda echar una mirada a algunos párrafos del Levítico de la Biblia, lo que es posible le sorprenda. Aunque algunos opinen que la Biblia es el libro más editado del mundo, esto no significa que sea el más leído. Allí se habla, por ejemplo, de sacrificar reses menores, o si éstas no alcanzan para reparar los pecados se pueden tomar tórtolas, pichones, carneros, etc., poniendo incluso en boca de Dios palabras como las siguientes: “Ésta es la ley de sacrificio de reparación: Es cosa sacratísima. En el lugar donde inmolan el holocausto inmolarán la víctima de reparación, y su sangre se derramará sobre todos los lados del altar. Se ofrecerá toda la grasa de la víctima. El sacerdote lo quemará sobre el altar como manjar abrasado para Yahvé. Podrán comerlo todos los sacerdotes varones, y se comerá en lugar sagrado. Es cosa sacratísima” (Levítico 7, 1-6). 

Aunque estas breves citas hagan dudar a más de algún lector, es preciso hacerse consciente de que están contenidas en un libro que tiene validez en cada una de sus partes, como establece el Catecismo católico, ya que la Iglesia dice que éste ha sido inspirado por Dios. No obstante, si volvemos ahora a los profetas de la Antigua Alianza, se puede comprobar que según la misma y a menudo contradictoria Biblia, Dios también amonestó y rechazó a través de sus profetas los sacrificios de animales.” A través de Isaías (aprox. 740-701 a. C.): “¿A mí qué vuestros sacrificios? –dice el Señor. Harto estoy de holocaustos de carneros, de sebo de cebones; no me agrada la sangre de novillos, de corderos y machos cabríos”. 

Según el Catecismo, el oficio de interpretar la Palabra de Dios fue confiado por los apóstoles al conjunto de la Iglesia, al Papa y a los obispos en comunión con él.

Los teólogos, a menudo califican a Cristo de sacerdote; incluso de “sumo sacerdote”, lo que no deja de ser una burla ya que quien lo condenó a la muerte en la cruz fue en realidad un sumo sacerdote, haciéndolo matar después por el gobernador romano. Fuera de que esto es una contradicción más, también es escarnio, ya que Jesús de Nazaret nunca se consideró un sacerdote. Es más, El los amonestó con severidad cuando les dijo: “Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados,…” (Mateo 23, 27-28). 

Es un hecho que Dios siempre ha ayudado a sus hijos humanos a través de enviados suyos, que durante su paso por la tierra han rectificado las tergiversaciones humanas de que ha sido fruto la enseñanza divina. Esto lo demuestran no sólo los profetas de la Antigua Alianza sino el hecho de que Dios haya enviado nada menos que a su hijo en Jesús de Nazaret para mostrar a los seres humanos el camino de regreso al hogar celestial. En esto creen todos los que se llaman cristianos. Pero también después de la venida de Jesucristo es un hecho reconocido por las mismas Iglesias el que una y otra vez han surgido sobre la tierra seres iluminados por el espíritu divino, dotados del don profético, que demuestran que Dios no cesa de tender la mano a sus hijos humanos. Algunos ejemplos son Priscilla siglo II, Maximilla sigloII, Mechthild de Magdeburgo siglo XIII,  Birgitta de Suecia siglo XIII, Hildegarda de Bingen siglo XII, el maestro Eckhart siglo XIII, Savonarola siglo XIV, y otros.

También en la época actual, caracterizada por el desarrollo técnico y científico, aunque a muchos les pueda parecer una quimera, en Alemania desde hace 35 años está obrando un profeta fuera de los márgenes eclesiales tradicionales, una mujer de nombre Gabriele, cuyas enseñanzas están recogidas en más de 120 libros, horas de enseñanza, programas de radio y televisión que se ven y escuchan en la mayoría de los países de la Tierra. Dios no calla ni deja solos a sus hijos, precisamente en un tiempo caracterizado por catástrofes de todo tipo.

Pero también aquí vale lo que ya se dijo en el pasado: Quien lo quiera captar que lo capte – quien lo quiera dejar que lo deje.

 

Juan Lama Ortega

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