"Los modelos económicos de las redes sociales explotan nuestro enojo"

02 Noviembre 2020

Las redes sociales están en el centro del debate público por fomentar la división y polarización. Pero lo más importante es saber qué condimentos hay en el diseño de estas herramientas para poder entender su sesgo y funcionamiento. 

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Entrevista a Gloria Guerrero

Gloria Guerrero posee una Maestría en Políticas Públicas con especialización en temas de gobernanza de Internet y digitalización. Actualmente es Coordinadora Programática en el Programa de Innovaciones para la Democracia de Fundación Avina. En conversación con InnContext, analiza los grandes desafíos que presenta Internet, las brechas de desigualdad y los problemas vinculados al modelo de negocios de las grandes empresas de tecnología que hoy dominan el mercado. Pero, además, analiza los modelos alternativos sobre los cuales trabajar para crear una Internet más segura, accesible y equitativa, en la que prevalezcan las garantías civiles y los derechos humanos.

¿Es neutral la tecnología?

La tecnología no es neutral y esto uno de los grandes aprendizajes a lo largo de estos años. ¿Por qué no es neutral? Porque en el momento en que se diseña, ya tiene ideas, concepciones e incluso datos que han sido recopilados de cierta forma y con ciertas perspectivas del mundo. Parte de entender que la tecnología no es neutral es pensar qué datos alimentan esos algoritmos, desde qué perspectiva estamos diseñando tal o cual tecnología y también cómo esperamos que una tecnología se adapte a una comunidad o que la comunidad se apropie de una tecnología.

En 2017 publicaste un artículo llamado “¿Cómo la “colonización de mercado” de Internet convirtió a los ciudadanos solo en consumidores? Comercialización del espacio en línea”, en donde hablas sobre la “visión colonialista de la tecnología”. ¿Podrías explicar ese concepto?

Esta idea apunta a observar la parte de quién diseña la tecnología. Hablando específicamente de las redes sociales, ¿dónde surgen estas plataformas? Surgen en los países del norte, en Estados Unidos, dentro de contextos privilegiados. En sus inicios, lo creadores son principalmente estudiantes de universidades top, hombres blancos de clases medias y altas. Entonces estamos en un mundo en el que la tecnología es desarrollada por ciertas personas y que después tiene un impacto en millones de personas que tal vez no fue previsto en el momento de su creación. El colonialismo también tiene que ver con el hecho de que muchas de estas plataformas se diseñan en los países del norte y los algoritmos luego impactan en la vida de personas que viven en contextos completamente distintos y en un mundo que es muy desigual. Por esto es importante preguntarnos si podemos adoptar todas las tecnologías tal y como nos llegan y cuestionar quiénes son las personas que las crean. Hoy este cuestionamiento existe; se está buscando que cada vez más mujeres y personas con trayectorias diversas trabajen en temas más técnicos, como desarrolladoras, programadoras, porque también muchas veces son los hombres blancos de zonas urbanas los que tradicionalmente trabajaban en estos sectores. Y otra cuestión muy importante tiene que ver con quién tiene acceso a las capacidades para diseñar tecnología. Desde ahí también parte esta idea del colonialismo, porque implica imponer ciertas plataformas a comunidades que a veces no tienen ni voz ni voto ni en el diseño ni en la implementación.

Estás hablando de un sesgo en la tecnología desde su mismo diseño y que tiene que ver con muchas cuestiones, como el origen, el género, la edad, el nivel educativo, el nivel socioeconómico. En este sentido, ¿cómo crees que las redes sociales impacten en la formación de la ciudadanía?

En primer lugar, cuando surgen las redes sociales hace 10 años, surgen también movimientos que son un win para la democracia y la sociedad civil. Basta pensar el lado positivo de estas plataformas, en las que la información se comparte de manera libre y los costos de producir información se han reducido enormemente. Es decir que no tienes que ser dueño de una imprenta o tener acceso a un periódico para crear contenido. Creo que esa es una de las grandes ventajas que nos han dado estas plataformas. Y también está el alcance: te permiten llegar a millones de personas rápidamente de forma global y a un bajo costo. Entones vemos estos movimientos exitosos como la Primavera Árabe o el movimiento de Occupy Wall Stret [1] en Estados Unidos, o el #YoSoy132 [2] en México, que empezaron en las redes y salieron a las calles y que de una u otra forma impactaron en el sistema. Cuestionaron nuestras democracias, cuestionaron el sistema económico y eso es algo que no debemos perder de vista. Pero, por otro lado, estas plataformas, que son empresas privadas, nos permiten crear cualquier clase de grupo: desde un grupo para fomentar estilos de vida sustentables, hasta uno en contra de las personas migrantes. Es decir que también están los discursos de odio, racismo y violencia en línea. Estos nuevos espacios nos abrieron un nuevo campo de acción como ciudadanos, como activistas, como sociedad civil, pero con ellos aparecieron nuevos problemas, que tal vez ya los teníamos en el espacio físico pero que también están hoy en el espacio digital.

¿Qué problemas ves que se hayan trasladado del espacio físico al espacio digital?

Uno de los grandes problemas, tanto en América Latina como a nivel global, es la polarización. Pero pensar que el origen del problema está en las redes sociales es un error. Es un problema mucho más profundo, que responde a un sistema económico que ha creado una desigualdad enorme y no solamente en América Latina, que es la región más desigual del mundo, sino también en otros países y regiones. Creo que hoy la desigualdad es un tema grave que tenemos que atender y las redes sociales lo han amplificado. Todo se ve más, todo se conecta más y, pensando en la democracia, las redes sociales tienen un papel clave. En la parte electoral, hoy las campañas se hacen en línea y la cuestión de la legislación o fiscalización de las campañas electorales en redes sociales no está resuelta, los gobiernos apenas están tratando de definir cómo moderarlas. Pero es algo muy difícil, porque a la vez no quieres afectar la libertad de expresión y tampoco puedes poner leyes tajantes, porque afectarías, por ejemplo, a productores de contenidos, que son más pequeños y que llegan a sus públicos gracias a esas plataformas. Es un tema con muchas aristas, pero sí está instalado el debate de cómo las redes sociales han afectado a la democracia, en especial en la medida en que la segmentación, o la división de audiencias, hoy es mucho más sencilla, accesible a casi cualquiera, y eso impacta en el mundo offline y en nuestra vida diaria. Incluso vemos cómo noticias falsas que se hacen virales en redes sociales terminan en tragedias en la vida real. Hay casos en México, en Estados Unidos, de gente que vio algo en redes sociales, piensa que es verdad, se radicaliza, sale a la calle y actúa con violencia. En México, por ejemplo, hubo el caso de una notica falsa de un veterinario que se decía que estaba envenenando animales y las personas fueron a atacar al veterinario y lo asesinaron. Cosas que parecerían irreales, hoy por esa capacidad de las redes sociales de viralizarse y masificarse tan rápido, están afectando nuestras vidas. No es lo mismo cuando nos segmentaban para vendernos un par de zapatos; ahora nos están “vendiendo” ideologías y sembrando miedo.

Mencionas la polarización y esta culpa que se le atribuye a las redes sociales, y algo así plantea el documental The social dilemma. Si bien has dicho que el fenómeno de la polarización tiene causas mucho más profundas que exceden las redes sociales, también el documental plantea una cuestión que tiene que ver con un modelo de negocios problemático que exacerba la polarización. En este sentido, ¿cuál crees que sea el rol de las redes sociales y su modelo de negocios en la generación de un clima de polarización social y política?

Creo que no podemos decir que las redes sociales tengan la culpa de todo, porque hay problemas que ya estaban ahí y las redes son una lupa que los magnificó. Y, además, siempre han existido formas de explotar la polarización, como las noticias falsas, los rumores, incluso hay gente que no cree en la ciencia, que siempre ha existido, y las teorías de conspiración, tampoco no son nuevas. Lo que antes no tenían es este alcance global e inmediato que nos dan las redes sociales. Y, por otro lado, antes solo ciertas élites o grupos de poder creaban estos contenidos con ciertos intereses, pero hoy cualquiera lo puede hacer. Y sin dudas, hay empresas que se dedican a crear noticias falsas sin una agenda política, solamente con una agenda económica, que existe gracias a un modelo de negocios que es este modelo de monetización de datos y el clickbait [3], por el cual cada vez que tú das un clic, eso significa centavos de dólar en una cuenta en algún lugar del mundo. Y creo que eso es parte de lo que tenemos que cuestionar, porque no es aceptable que el beneficio económico esté por encima del impacto social que esos contenidos puedan tener. Pero también creo que, para profundizar en el problema, tenemos que preguntarnos por qué la gente está tan enojada. Por qué tanta gente se identifica con estos grupos radicales o cae en la información falsa, porque esa es la explicación a cuestiones que los Estados no han subsanado, por ejemplo, el acceso a sistemas de salud universal, a un salario digno que me permita darle una buena vida a mi familia o el acceso a educación. Tenemos que profundizar en las razones de nuestro enojo porque eso es lo que han explotado estos modelos económicos en las redes sociales. El mensaje de odio y polarización genera mucho dinero porque vende una falsa promesa de solución, cuando tienes un ellos contra nosotros. Y, sobre todo, también las redes nos dan esta falsa impresión de que todo el mundo piensa como nosotros, porque hay estas burbujas de filtro, o filter bubbles, en donde el algoritmo nos muestra contenidos acordes a lo que cree que pensamos y nos hace creer que nuestra manera de ver el mundo es la verdad. Pero hoy tú y yo googleamos, por ejemplo, violencia familiar al mismo tiempo y nos va a mostrar contenidos distintos, que estarán determinados por lo que cada una haya buscado anteriormente, por el país en el que nos encontramos y otros factores. Entonces esta diferenciación de la información que nos muestran estas plataformas nos crea una falsa impresión de que nuestra manera de pensar es generalizada y que está bien.

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