La equívoca pregunta del Párroco de la Legua en su carta a Hinzpeter

31 Marzo 2011

La carta escrita por el Gerard Ouisse, Párroco de la Parroquia San Cayetano en la Legua, es similar a la que cientos de ciudadanos han escrito a las autoridades.

Eduardo Vergara >
authenticated user

La carta escrita por el Padre Gerard Ouisse, Párroco de la Parroquia San Cayetano en la Legua, parece familiar. En sus palabras, queda clara la desesperación con la que ve frente a sus ojos cómo una comunidad es corroída por el cáncer del narcotráfico. Calles fantasmagóricas, adornadas por las balaceras y los gritos, colegios donde los niños son retirados antes por temor al inicio de la hora del fuego, vecinos que viven escondidos y reprimidos y un miedo colectivo que ha destrozado a la comunidad. Es más, describe claramente la presencia de cuadrillas de soldados que controlan las comunidades. La carta suena familiar, porque es similar a la que cientos de párrocos, activistas, líderes sociales y ciudadanos han escrito a las autoridades que dirigen diferentes países en todo el mundo al ver como el narcotráfico les quita la vida de sus propias manos. Para no perdernos, el llanto y los gritos desesperados que provienen de La Legua tienen un tono similar a los de Ciudad Juárez.

 

El narcotráfico y la violencia están penetrando cada día más rápido a la sociedad chilena y “está destruyendo el tejido de las organizaciones sociales y comunitarias, logrado tras décadas de lucha y sacrificio”. El Padre Gerard en su carta, muestra claramente una radiografía de una problemática que sistemáticamente ha sido ignorada por nuestros gobiernos, prefiriendo guardar silencio y dejar que el problema por arte de magia se termine a punta de balazos y metiendo gente tras las rejas. Irónico es que en los barrios pobres a los consumidores se les trate de delincuentes, cuando en los altos se les trata de potenciales pacientes. Irónico, es que quienes mueven la demanda de drogas y quienes empoderan a los narcos, son los que más tienen, los que más gastan.

 

Ya hace años que diferentes carteles mexicanos y centro americanos han inaugurado sucursales en nuestro país, articulando de primera fuente la enorme red de tráfico de drogas que sigue viendo en nuestros puertos una enorme esperanza para llegar a todo el mundo. Mientras que por otro lado, carteles nacionales se han empeñado en implantar el miedo como arma para suplantar al estado en los barrios más vulnerables. Bajo la lógica actual, quienes pagan el mayor costo siguen siendo los pobres y los consumidores, no los narcos.


Sin embargo el ‘Parroco de la Legua’ da inicio a la carta con la pregunta equivocada: “¿Cuántas personas más consideran que sería necesario que murieran para que ello provocara la reacción de las autoridades competentes?”


Podríamos esperar que mueran miles y nada va a pasar. El ano pasado 12,000 personas murieron en México a raíz de los conflictos asociados con la droga y en menos de 72 horas, durante el mes de Febrero de este año, 52 personas fueron asesinadas en Ciudad Juárez por las mismas causas. En Chile, el enfoque hacia las drogas es bastante absurdo y similar al que han llevado a cabo la mayoría de los países del mundo entre ellos México. La absurda guerra contra las drogas es una fórmula que causa la represión sobre el consumidor, potencia la ilegalidad y por sobre todo alimenta la violencia.


Padre Gerard: ¿Que espera del Ministro del Interior, cuando el mismo ha celebrado los éxitos de la ley de Drogas festejando con las alzas en el número de seres humanos que mete tras las cárceles?  La mayoría de estos detenidos son consumidores, portadores y no narcos. ¿Qué espera cuando el plan cannabis de la PDI se celebra con la quema de plantas y con una danza de la lluvia que ridiculiza el problema y lo reduce a una hoguera de incoherencias? Nos entretenemos persiguiendo plantas.


Mientras las drogas sigan siendo uno de los negocios ilegales más rentables del mundo el narcotráfico y la violencia asociada no van a terminar. Es casi imposible estimar la escala real del impacto económico que el narcotráfico tiene hoy en día en el mundo y el peso político que puede llegar a tener en algunas regiones y estados. Es un negocio muy rentable y como tal, si se desata una guerra en La Legua para ahuyentar a los narcos, ellos simplemente se van a mover a otro barrio vulnerable y sin matamos o recluimos a un narco, otro nuevo va a emerger en su remplazo: Una silla musical imposible de parar.  


La guerra contra las drogas ha fracasado y es necesario adoptar posturas radicales que implican terminar con el prohibicionismo para pasar a la legalización total en la producción, transito y venta de ciertas drogas ilegales. Empezando con la marihuana. La solución no está en las balas ni la represión, se encuentra en elaborar una política de drogas basada en la salud, la ciencia, la compasión y los derechos humanos.