Infancia: ¿Qué nos pone sobre la mesa hoy?

Infancia: ¿Qué nos pone sobre la mesa hoy?

12 Agosto 2020

La oscuridad de los últimos acontecimientos nacionales, y con ello aludo a nuestra Ámbar, evidentemente remueve nuestras conciencias, pero además, desearía profundamente que la repercusión intensa se extendiese y posicionase en nuestras propias historias.

Tanya Vásquez Duque >
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Trabajar desde el área clínica evidentemente nos pone de cara a comprender que aquello que nos ofrece la teoría durante nuestra etapa de estudios de pregrado dista exponencialmente de lo que hoy nos entrega la realidad. En estos once años de ejercicio profesional cuesta tener que afirmar que aquella distancia es aun tanto más dolorosa y escabrosa, y en ese marco, hoy crecen muchos de nuestros niños.

La oscuridad de los últimos acontecimientos nacionales, y con ello aludo a nuestra Ámbar, evidentemente remueve nuestras conciencias, pero además, desearía profundamente que la repercusión intensa se extendiese y posicionase en nuestras propias historias.

Los importantes cambios sociales están surgiendo desde el análisis individual profundo, desde la revisión de las propias historias y creencias, desde el levantamiento de la voz de derecho en muchos ámbitos: sociales, económicos, de accesibilidad, de género, y educativos, etc; sin embargo, nos queda una gran deuda: nuestra infancia.

Hoy no nos detendremos por aperturar caminos que pongan sobre la mesa la palabra justicia. Es claro. Nuestras energías están puestas en ello. La infancia debe lograr caminar por un sendero que logre cimentarse como un camino virtuoso de experiencias gratificantes, significativas, protectoras, de encuentro y desarrollo de talentos naturales, abrazando la exploración de saberes en entornos seguros e informados, pues, el bien mayor es un ser humano saludable, seguro, sensible, observador, crítico de su realidad, pero a la vez, propositivo.

¿Cuán conscientes somos hoy respecto a lo que nos toca aportar a ese anhelado camino virtuoso y sobre todo seguro?; ¿los hechos que hoy nos impactan nos aperturan a una reflexión profunda en torno a nuestros niños?; ¿qué nos permite el contexto actual disponer para ellos que sume para el mañana?, ¿qué hay en mi hoy, como cuidador responsable, para aportar a esa senda que todos anhelamos para la infancia?¿nos estamos permitiendo una análisis crítico respecto a qué debemos reestructurar desde nuestras propias creencias adultas para posibilitar una infancia totalmente segura?

No es mi afán generar una saturación de interrogantes. Por el contrario, es una invitación a aperturar camino para que como adultos hagamos eco interior respecto a cómo observamos nuestro rol para con la futura generación. También, amablemente, es una invitación a definir cómo ejecutamos hoy nuestro rol como cuidadores, que por supuesto ha de tener ese dulce y agraz propio de todo camino, pero si ese análisis trae consigo una sensación de incomodidad: está muy bien, pues allí radica aquello que nos debe movilizar. No apaguemos ese impulso hacia construir un mundo mejor desde la revisión de nuestras propias historias.

Hoy, renuevo mi deseo de ser un cuidador más consciente para la infancia, primeramente hacia mi hijo. Extiendo esa responsabilidad además para cada una de las familias con que ya sostenemos un camino de acompañamiento profesional, y por supuesto para las que vendrán, trabajando cuidadosa y respetuosamente con los matices que cada historia posee. Pero además, extiendo una invitación para que como profesionales de la infancia trabajemos de manera ardua por acercar herramientas a la comunidad desde un enfoque preventivo y psicoeducativo: “si caminas solo irás más rápido, si caminamos juntos, llegaremos más lejos”.