Homofobia y pena de muerte a comunidad Gay en países Musulmanes y Africanos

Homofobia y pena de muerte a comunidad Gay en países Musulmanes y Africanos

17 Junio 2011

Ya no es tan solo un fenómeno local o nacional, el fundamentalismo ha adoptado una dimensión global. Líderes religiosos extremistas de diversos credos se están uniendo para oponerse a los derechos sexuales.

Nico Riethmüller >
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El último mes en Chile, uno de los grandes temas de la opinión pública ha sido el matrimonio igualitario, ante la activa lucha que la comunidad gay en sus líderes de opinión han realizado para obligar a las autoridades a legislar de una vez el tema. La oportunidad de que lo logre un gobierno de derecha es bastante única por dos razones. Primero, porque con la deficiente conducción y popularidad del gobierno de Piñera, es bien difícil que otro gobierno de derecha vuelva a ser elegido en el futuro próximo. Pero más importante, porque solo un gobierno de derecha no tiene a la misma derecha como ferviente oposición conservadora. Ahí es donde radica la importancia del momento histórico en lograr que Chile legisle en el matrimonio homosexual y reivindique los derechos de la comunidad gay como Argentina, Uruguay, México y otros vanguardistas en la región.

Pero en lo lejano, algo muy distinto ocurre. Amnistía Internacional registra al menos 83 países donde la homosexualidad está condenada explícitamente en el código criminal. Veintiséis de ellos son musulmanes. Esto significa que la mayoría de países musulmanes, desde los supuestamente “liberales” como Túnez y las dictaduras como Sudán, penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo. Los siete países que castigan con pena de muerte a las personas supuestamente culpables de actos homosexuales justifican este castigo con la Shari’a, la interpretación de la ley musulmana. Aunque no se aplica siempre, la existencia de la pena de muerte hace que las minorías sexuales sean extremadamente vulnerables. A través de la manipulación de las identidades religiosas, nacionales o culturales se legitima la violencia.

Tanto los líderes extremistas religiosos como los representantes del Estado son susceptibles de demonizar a las minorías sexuales, a menudo como un medio de distraer la atención de las crisis económicas o las controversias políticas. La incitación al odio y las manifestaciones homofóbicas aumentan en lugares donde la agenda política local se ve más afectada por las crecientes fuerzas fundamentalistas. El estado no es el único que practica la represión. Las comunidades y las familias tienen su parte en la función.

Ya no es tan solo un fenómeno local o nacional, el fundamentalismo ha adoptado una dimensión global. Líderes religiosos extremistas de diversos credos se están uniendo para oponerse a los derechos sexuales.

En Egipto, el grupo islámico los Hermanos Musulmanes está siendo acusado de propagar la homofobia como parte de su campaña electoral para ganar votos. El líder del grupo afirmó públicamente que “no está permitido en la democracia permitir lo que está prohibido (haram) o prohibir lo que está permitido (“halal”) aunque toda la nación esté de acuerdo”. Los grupos islamistas radicales han recurrido anteriormente a la violencia contra la sociedad civil, castigándola de no cumplir con la palabra del Corán.

Frente a Irán, el Parlamento Europeo se pronuncia constantemente en contra de las infracciones a los derechos humanos, haciendo especial referencia a los abusos cometidos contra la población gay del país, y se exige que deje de discriminar a las personas sobre la base de su orientación sexual, debiendo interrumpir inmediatamente la práctica inhumana y medieval de ahorcar públicamente a los condenados. La UE está proporcionando refugio a los disidentes, periodistas, estudiantes, mujeres, homosexuales y artistas que son perseguidos por sus creencias religiosas, opiniones, orientación sexual u otros aspectos del ejercicio de sus derechos humanos.

La brutal realidad se esconde tras las cárceles, la opresión, las torturas diarias y las violaciones recurrentes que reciben los “capturados” que protestan contra el gobierno. En Brasil, durante un viaje del portavoz del presidente iraní para estrechar lazos con los políticos brasileños, la autoridad pública manifestó: “En la República Islámica de Irán no hay gays. Nuestra visión sobre este tema es diferente a la de ustedes. Es un acto feo, que ninguna religión divina acepta. Tenemos la responsabilidad humana, hasta divina, de no aceptar este tipo de comportamiento. Existe una amenaza a la salud de la humanidad”.

En enero, dos jóvenes gay en Irán fueron sentenciados a lapidación por filmarse teniendo sexo. La grabación fue descubierta en los teléfonos celulares de los jóvenes de 20 y 21 años de edad, por agentes del régimen iraní. La lapidación de los hombres se ordenó de inmediato para infundir temor en el pueblo. Los activistas iraníes y de derechos humanos informaron preocupados de un creciente número de condenas a muerte por homosexualidad en los últimos dos años.

En Uganda,  a fines de enero, un activista gay fue asesinado en su propio domicilio, cerca de Kampala, donde un individuo entró, lo golpeó hasta matarlo y huyó. El fallecido era miembro de la Asociación Ugandesa de Minorías Sexuales y se hizo conocido después de que la publicación sensacionalista ugandesa Rolling Stone publicase el pasado mes de octubre una lista con fotos de 100 hombres supuestamente homosexuales, incluyendo su dirección y lugar de trabajo, y pidiendo que sean castigados con la horca e incentivando a que sean asesinados, pidiendo además al gobierno de Uganda que tomase medidas enérgicas contra ellos. La edición de “Rolling Stone” se distribuyó en todo el país entre 2 al 9 octubre y fue vendida sin ningún tipo de interrupción por parte de la policía o de las autoridades ugandesas. Este odio creciente contra los homosexuales ha sido impulsado por radicales evangelistas y conservadores que defienden los valores de la “cultura ugandesa”, como el propio presidente de Gobierno, Yoweri Museveni.

En el Congo, desde fines de octubre pasado se comenzó a estudiar penalizar la homosexualidad. El Parlamento de Kinshasa se encuentra en el proceso de discutir la legislación que prohíbe la homosexualidad, o “las prácticas sexuales no naturales” en el país, poniendo al mismo nivel las relaciones sexuales homosexuales con las relaciones sexuales entre humanos y animales. Este país, junto con la mayoría de los países de África Central y Occidental, no dispone de legislación alguna en materia de minorías sexuales. Esto se debe principalmente al hecho de que la homosexualidad es un tema que no es conocido entre la población en general.

Senegal también es otro centro de homofobia en África. En la época colonial, Dakar era famosa por su mercado de prostitución homosexual, abierto y tolerado. En los años 50, Dakar es descrita por sus plazas llenas de jovencitos que vivían públicamente su homosexualidad. En los años 70, el 17% de los hombres senegaleses y el 44% de las mujeres admitían haber tenido experiencias homosexuales.

Pero hoy en día el gobierno considera que la homosexualidad es algo “no africano”. Durante los últimos cinco años, la antes visible comunidad gay de Dakar ha tenido que pasar a la clandestinidad, corriendo el riesgo de enfrentarse a un mínimo de 5 años de cárcel, y como en toda ciudad musulmana, la vida nocturna, el alcohol y el sexo han pasado a formar parte de los tabúes. La homosexualidad se ha convertido en el mayor tabú. La retórica antigay en los medios de comunicación y las críticas de opiniones de los políticos contra gays y lesbianas han aumentado considerablemente.

En febrero de 2008, la publicación de fotografías de una ceremonia de unión entre dos gays desató una oleada de detenciones y un frenesí antigay en los medios de comunicación, enviando a docenas de gays al exilio, y desde ahí las detenciones públicas no han parado, acompañadas siempre de fuertes declaraciones homófobas por parte de los líderes religiosos y políticos, y violencia, incluyendo ataques físicos y la exhumación y profanación de los cuerpos de personas fallecidas sospechosas de haber sido homosexuales.

En Somalía, otro país musulmán, ser homosexual tampoco es una posibilidad ya que condena la vida eterna en el infierno. Hijos gay deben escapar de la casa de sus padres para evitar que ellos mismos los maten al enterarse. No hay posibilidad de vivir una vida públicamente homosexual. Se espera que los gays estén obligados a vestirse como travestis, de lo contrario sufrirán un fuerte rechazo, y así ridiculizarlos y humillarlos públicamente por ser homosexuales.

En Indonesia, la homosexualidad no es ilegal, pero en 1998 la “milicia musulmana” lanzó una campaña anti-gay sobre la isla de Mindanao durante la cual los homosexuales musulmanes fueron aterrorizados, golpeados y se les obligó a marcharse o ser castrados. Jordania tampoco considera específicamente ilegal la homosexualidad, pero la violencia, el acoso, la persecución y los asesinatos extrajudiciales o de “vergüenza” son comunes.

Zimbabwe es conocido por su homofobia y extremistas discursos lanzados por su mismo presidente Mugabe, incluídas algunas afirmaciones en las que asegura que la homosexualidad no es un fenómeno africano, sino una degeneración que proviene de la decadencia de los países occidentales. En Namibia, se dan discursos gubernamentales extremadamente homófobos por parte del gobierno, en el que se insta a los policías a “eliminar” a los gays y lesbianas.

Los comentarios intolerantes existen en todo el mundo. No es errado lo que dijo el portavoz del gobierno iraní, pues ninguna religión hasta el momento se ha vuelto tolerante completamente de las decisiones de ser homosexuales. Los fundamentalistas son fuerzas políticas de extrema derecha que quieren obtener o mantener el poder político a través de la manipulación de la religión y las creencias religiosas, así como otras identidades étnicas o culturales. Y el aumento del fundamentalismo es un fenómeno global que afecta no sólo al Islam, sino a todas las grandes religiones. Debemos todos combatir estas injusticias. Así como los “negros” no son esclavos, y las mujeres pueden votar, los homosexuales deberían poder casarse y vivir libremente a lo largo de todo el mundo.