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Los beneficios de la Ley de Alimentación Compartida para padres que trabajan
Los beneficios de la Ley de Alimentación Compartida para padres que trabajan
El participar del parto, de los primeros cuidados y hoy, gracias a esta nueva ley, de alimentar a sus hijos a partir de los 6 meses de edad, permite a los padres desarrollar lazos afectivos profundos y permanentes.
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authenticated user Corresponsal Corresponsal InvitadoLa reciente promulgación de la Ley que amplía a los padres el derecho de las madres trabajadoras a alimentar a sus hijos menores de dos años, implicará múltiples beneficios, más allá de garantizar a ambos progenitores igualdad en esta acción.
“La iniciativa firmada por la Presidenta Bachelet favorecerá el compromiso emocional del padre en la crianza y establecer un apego seguro de los niños, tanto con su madre como con su padre”, comenta la docente de la Escuela de Trabajo Social y del Magíster Familia Infancia y Adolescencia de la Universidad del Pacífico, Susana Arancibia Olguín.
Si bien es un derecho de todos los niños el tener una familia, y por ende un padre y madre con quien identificarse, la realidad histórica de nuestro país deja en evidencia que el rol del cuidado de los hijos, principalmente en sus primeros años de vida, ha correspondido casi exclusivamente a la mujer.
“Esta situación era consonante en la antigua tradición de la familia chilena, ya que en la mayoría de los casos las parejas se casaban tempranamente, configurando los roles de protección y proveedor al hombre, y de cuidados alimenticios junto con la mantención del hogar a la mujer”, plantea la especialista.
Esta situación cambia radicalmente en la década de los años ’80, cuando producto de la recesión económica, la mujer tiene la necesidad de contribuir al sustento familiar, integrándose al mundo laboral. “Probablemente ello marca el inicio de la duplicidad de roles de la mujer, que al asumir el desafío de dejar el hogar y cumplir con la jornada de trabajo, pasa a ser madre, esposa y dueña de casa por una parte y trabajadora por otra, generando un cambio insospechado en nuestra sociedad, que vendría a transformar la visión de familia existente hasta esa época”, explica Susana Arancibia.
En la actualidad, se calcula que un 43% de las mujeres tienen un trabajo remunerado (Censo 2012). Si bien este aumento de participación laboral femenina propicia un mayor desarrollo económico, muchas mujeres que son madres limitan su actividad laboral por la dedicación que sus niños requieren, sumado al hecho de que hasta ahora los permisos y algunos privilegios de cuidados infantiles eran otorgados exclusivamente a la madre.
Este nuevo escenario pone en evidencia la necesidad que la familia chilena tiene de reorganizarse. “En tal sentido, el varón ha realizado un camino interesante en la medida que debió aprender a vincularse con sus hijos desde sus primeros días, contrario a la tradición más patriarcal. El hombre reconoce que tiene las habilidades para generar ese encuentro amoroso con sus hijos y que, además, disfruta del espacio íntimo, compartido y especial, realizando acciones similares o distintas a la madre, que en definitiva enriquecen la existencia de los niños”, señala la profesora de la Universidad del Pacífico.
El participar del parto, de los primeros cuidados y hoy, gracias a esta nueva ley, de alimentar a sus hijos a partir de los 6 meses de edad, permite a los padres desarrollar lazos afectivos profundos y permanentes, lo que con el tiempo se transforma en un factor protector para la vida de cada uno de los miembros de la familia.
“En la medida que el compromiso emocional padre-hijo ha sido establecido, existe una mayor probabilidad de que se mantenga también la responsabilidad y el vínculo con este. Los niños que logran establecer un apego seguro tanto con su madre como con su padre, desarrollan herramientas afectivas que les permitirán en la vida adulta enfrentar las dificultades con mayor confianza, seguridad y estabilidad y, por ende, una mejor calidad de vida y en definitiva, ser más felices”, concluyó la especialista.