La retirada y el doble estándar de Matthei

La retirada y el doble estándar de Matthei

29 Julio 2013

(...) el problema más grave de Matthei no es que sea buena para los garabatos, ni, incluso, las maniobras sucias y desleales de hace 20 años. El problema más grave de ella es que no tiene convicciones.

Fernando Cabrales G. >
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Después de la primaria del 30 de junio comentaba con Iván que una de las conclusiones que dejaba era que los candidatos de derecha no tenían ninguna posibilidad de competir contra la candidata de la Nueva Mayoría y que los partidos de la Alianza debían plantearse seriamente la posibilidad de reemplazarlos a ambos. Simplemente no podían competir con esos personajes.

Mi amigo Iván me decía que le parecía imposible pues la primaria era vinculante y eso significaba que los partidos de la Alianza no podían “bajar” a ambos candidatos sin que ellos mismos estuvieran de acuerdo, en cuyo caso el costo político que pagarían sería demasiado alto. El cuadro médico que afectó a Longueira fue así providencial. 

Decía que a los partidarios de gobierno les quedaban sólo tres posibilidades; o encontrar a alguien que “prendiera” muy rápido (que podía ser un independiente no militante al estilo de Jorge Alessandri), ampliar la alianza política hacia sectores de centro (como lo hizo Piñera con la incorporación del PRI y el Chile Primero o antes con el apoyo a Frei Montalva después del Naranjazo) o bien una retirada ordenada con dos candidatos que les permitiera atrincherarse en el parlamento sin muchas bajas.

La segunda opción parecía ser la que intentó Carlos Larraín mediante los acuerdos con la Democracia Cristiana, pero fue demolida por sus socios de alianza y por el propio Gobierno. Parecía imponerse la retirada ordenada con dos candidatos. Pero la UDI les salió con Evelyn Matthei y se complicó la retirada pues como dice Sun Tzu, esta maniobra requiere gente muy disciplinada y no dejar nada en el camino que le pueda servir al adversario. Evelyn Matthei no genera mayores lealtades en la UDI ni, mucho menos, en su ex partido Renovación Nacional, de hecho el propio Larraín se opuso a unir fuerzas tras la ex Ministra del Trabajo y por estos días se sabe de cartas y correos de dirigentes que llaman a no apoyar a la candidata de la UDI por lo que ha hecho y dicho en el pasado.

Parece, entonces, simplemente una desbandada desordenada y total. Pero en verdad, por evidente que parezca la derrota anticipada, no se debe menospreciar al adversario. En la oposición y algunos parlamentarios de gobierno como Moreira y Ossandón, no parecen creer aún que esto sea en serio y han destacado los malos modales de la candidata Matthei. Pero el problema más grave de Matthei no es que sea buena para los garabatos, ni, incluso, las maniobras sucias y desleales de hace 20 años. El problema más grave de ella es que no tiene convicciones, ni escrúpulos ni es seria en sus actuaciones.

Evelyn Matthei fue de los pocos parlamentarios que se opuso al royaltie minero en tiempos de Ricardo Lagos. Durante su gestión como Ministra del Trabajo se propusieron iniciativas legales como el llamado “multirut” en una forma que es aún más perjudicial para los trabajadores que osaran negociar colectivamente, defendió el proyecto sobre salario mínimo que el propio gobierno modificó este año, no cumplió su promesa de enviar una reforma legal al sistema de capacitación laboral cuyo diagnóstico le fuera entregado a comienzos del 2011, más recientemente ha favorecido a las AFPs para “moderar” los costos de traspaso entre fondos en directo beneficios de estas empresas.

No me molesta que sea vehemente, o incluso agresiva, en sus prácticas comunicacionales, pero molesta que haya insistido en los pretendidos logros de su gestión en circunstancias que ella sabía que se trabajaba con cifras de empleo no comparables, que el ciclo expansivo que le tocó al actual gobierno no es mérito de su gestión, molesta que insista en aprobar una ley de presupuesto que ella, por su experiencia parlamentaria, sabía que era inaceptable, que haya realizado innumerables denuncias sobre corrupción y que lograra probar ninguna (incluso en el caso EFE terminó condenada a pagar las costas) y no es porque la corrupción que ella denunciaba estaba en gobiernos de concertación, es que ella no denunció los casos en su gobierno y con ello demostró que usa la corrupción como arma arrojadiza y ello es un problema nacional que no se puede partidizar. El doble estándar y la falta a la verdad permanente es práctica habitual de la Sra. Matthei y demuestra que no está a la altura del cargo que pretende.

Peor aún. Aún no se ha enfrentado a la crítica pública pues hasta adversarios y correligionarios la tratan como “la rucia” un poco pasada para la punta, que no sabe muy bien lo que habla “pero ella es así”. En pocas palabras, nunca se le ha tomado en serio.

En síntesis, la UDI tampoco está logrando una retirada mínimamente ordenada y el desastre total y absoluto para la Alianza es inminente.