Comportamiento ecológico, adaptación al cambio climático y sostenibilidad en Tarapacá

05 Octubre 2020
Desafíos para la recuperación económica, social y ambiental en el territorio.
Héctor Derpich ... >
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Pandemia y recuperación en el territorio

El Covid es un agente biológico que cumple con todos los elementos para ser considerado un desastre. La rápida propagación del virus provocó una seria interrupción en el funcionamiento de nuestras comunidades, ocasionando una gran cantidad de consecuencias sanitarias graves y mortales afectando a los grupos más vulnerables de la sociedad, pero además esta crisis ha ocasionado pérdidas e impactos en todas las dimensiones de la macro estructura del país con consecuencias económicas, sociales y políticas inmediatas, pero también en el mediano y largo plazo. Una amenaza biológica que excedió la capacidad de los precarios centros de salud para hacer frente a la situación y que también develó, con extrema crudeza, la profunda crisis social de inequidad que vive nuestro país.

En un contexto Covid los especialistas vaticinan que a esta rápida caída de la economía le seguirá una división muy aguda entre actividades productivas que logran mantenerse a flote e incluso cosechar mayores dividendos económicos como la minería, los servicios financieros, telecomunicaciones, el sector inmobiliario versus otros sectores que están siendo los perdedores como el pequeño negocio familiar y las innumerables empresas que sostienen el empleo como el rubro de la alimentación, hotelería, viajes y servicios en general que están en caída libre en nuestro país. En el horizonte, la nube negra de la recesión ya tiene una forma, la letra K por su característica, dicen los economistas.

El aporte de todos los sectores es clave para impulsar la recuperación en el territorio. Sin embargo, este proceso pone de manifiesto oportunidades y desafíos para que esta reactivación contemple un desarrollo armónico que equilibre la restitución de los medios de vida de las personas, la interacción social, la activación económica, el cuidado del ambiente, y que todo esto, sea sostenible en el tiempo.

La pandemia requiere profundizar el debate cómo se apoyará a aquellas empresas y actividades económicas con el propósito de responder a los desafíos para la recuperación económica, social y ambiental en el territorio. El Estado a través de sus planes de recuperación tiene la gran oportunidad de conducir, promover y apoyar nuevos modelos de negocio y formas de hacer empresa. Incentivos para integrar objetivos ambientales y sociales en los planes y actividades centrales de las empresas.

Un proceso de reactivación económica sostenible supone no sólo viabilizar la continuidad operacional de las empresas, sino que también, requiere minimizar sus desechos y emisiones con la finalidad de generar valor para la organización, sus clientes, las comunidades insertas en su área de influencia y la opinión pública del territorio donde desarrolla sus actividades. En definitiva, se trata de incorporar una nueva visión donde la empresa sintoniza con la demanda creciente de la comunidad por enfrentar la crísis ambiental, el cambio climático, los conflictos ambientales que la afectan en el territorio y el desarrollo sostenible.

De igual forma, las medidas de recuperación económica que incentivan y agilizan la inversión, por ningún motivo, pueden profundizar el deterioro ambiental que nuestras comunidades ya experimentan en el territorio y que están dejando una huella de depredación y explotación de los ecosistemas que sufrirán costos ambientales irrecuperables en el largo plazo. Se debe poner el foco en los criterios ambientales y de sostenibilidad y no en criterios economicistas de corto plazo.

Riesgo de desastres, desarrollo sostenible y cambio climático

Abandonar el paradigma que la naturaleza es un espacio físico para extraer recursos indiscriminadamente y transformarlos es además de necesario un imperativo ético para todo el sistema regional. El ser humano es parte de la diversidad biológica, por lo tanto, también es parte de sus comportamientos, sus interacciones y procesos ecológicos. Son precisamente los efectos recíprocos de retroalimentación de nuestras actividades humanas los que afectan a los ecosistemas y su diversidad.

El impacto que produce el cambio climático sobre la biodiversidad es una de las consecuencias más importantes del sistema económico imperante en nuestra sociedad. La salud de la biodiversidad del planeta se encuentra plasmada en la llamada lista Roja de Especies o lista de especies amenazadas, confeccionada por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, la cual indica en su último informe que de las 63.837 especies evaluadas se encuentran en peligro de extinción 19.817, es decir, un poco más del treinta por ciento: esto incluye 41% anfibios, 33% corales, 25% mamíferos, 13% aves y 30% coníferas, que son la fuente de alimentos, medicinas, medios de vida y agua potable para todos nosotros.

El daño en los ecosistemas y en sus interacciones entre las diferentes especies prevé impactos de distinto orden, por ejemplo, en el caso de los medios marinos esta pérdida de diversidad tiene como consecuencia una disminución en su capacidad de absorción de CO2. Situación similar ocurre con la deforestación de los bosques impidiendo la mitigación del cambio climático. La desertificación produce un aumento del albedo de la superficie terrestre disminuyendo la radiación solar que absorbe el suelo, lo que potencia el cambio climático e incrementa la cantidad de suelo con depósitos de carbono orgánico e inorgánico presente en la corteza terrestre. Investigaciones recientes comprueban cambios en los ciclos de migraciones de especies y ritmos naturales de reproducción debido al cambio climático.

El último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), concluyó que hay varios eventos considerados extremos que han sufrido cambios en su comportamiento y de no limitar la emisión de gases de efecto invernadero, el aumento en la temperatura global producirá cambios en los sistemas climáticos y una afectación irreversible sobre las personas y los ecosistemas naturales. Los fenómenos climáticos extremos pueden favorecer la ocurrencia de desastres ya que, su interacción en contextos de exposición y vulnerabilidad, pueden incrementar las pérdidas y el daño, aumentando el riesgo de desastres en las comunidades.

El cambio climático es una realidad en nuestro país, una sequía en la zona centro del país que se prolonga por varios años, aumento en la intensidad y frecuencia de eventos extremos, territorios afectados por inundaciones y aluviones en el norte. Estos eventos ponen en peligro a las personas y frenan el desarrollo local en los territorios.

Según el Ministerio de Medio Ambiente, los efectos del cambio climático en la región de Tarapacá se observarán en aumentos de la temperatura mínima promedio anual, fuerte incremento de noches cálidas y se espera un aumento en la intensidad de las lluvias en breves ventanas de tiempo. En cuanto a la situación de las localidades rurales de la región, el aumento de las temperaturas potencialmente podría generar crecidas en cursos de agua que eventualmente derivarán en inundaciones, derrumbes, aluviones y desborde de ríos, que sin duda conllevan peligros para la población y resultarán nuevamente en importantes pérdidas para estas comunidades interiores.

Valores compartidos y participación: un modelo de negocios sostenible del sistema regional

Definir prioridades de desarrollo sostenible para el sistema regional en este proceso de recuperación, y que estas representen las aspiraciones y demandas de los tarapaqueños, requiere movilizar esfuerzos participativos con la comunidad en torno a un conjunto de objetivos y metas comunes.

Es necesario la promoción y desarrollo de una ciudadanía activa, que se involucre en procesos participativos amplios e incluyentes, donde se fortalezca una cultura de diálogo ciudadano, reconocida institucionalmente en la nueva constitución, que garantice de manera efectiva los derechos fundamentales de las personas, familias, grupos y comunidades para que puedan vivir en un medio ambiente sano y desarrollarse en un ambiente seguro y sin peligros.

Avanzar en conjunto con la idea de un desarrollo sostenible para la región de Tarapacá, representa una oportunidad en las empresas para desplegar e implementar soluciones y tecnologías para optimizar insumos, servicios, reducir la intensidad en el uso de la energía y mejorar los procesos en general, es decir, proponer a la comunidad un diseño del negocio basado en una estrategia ambiental que pone el foco en la reducción del impacto de sus productos o servicios y de paso producir mejoras ecológicas directas e indirectas sobre el territorio donde operan.

Las empresas locales, se pueden favorecer a través de la actividad principal de su negocio, adquiriendo capacidades ambientales, basadas en la evaluación de su impacto, estableciendo metas ambiciosas, a la vez, comunicando eficazmente a su comunidad y grupos de interés sus resultados. En un sentido amplio, se trata de definir un marco regional de acción común que ayude a las empresas a comunicar su impacto y desempeño, con mayor consistencia y eficacia a las partes interesadas.

Las demandas ambientales de la comunidad implican poner el centro del negocio las preocupaciones por el ambiente. Incorporar en sus procesos operativos y en la toma de decisiones a la variable ambiental, supone además disponer de información confiable, transparente y oportuna para la mejora continua del negocio, pero también para prevenir y minimizar los impactos ambientales.

Debemos entonces dar más valor a la complejidad natural y sus interacciones, promover una relación complementaria basada en vías de desarrollo regional alternativas que permitan preservar nuestros ecosistemas, que se fundamenten en un análisis de largo plazo para verificar sus efectos completos sobre el territorio y el ambiente.

Valores compartidos y acciones participativas mejorarán el comportamiento ambiental y fortalecerán capacidades de gestión ambiental de las empresas. La comunidad, debe ser un socio estratégico para toda la cadena de valor de las empresas que lideran el desarrollo regional, colaborando en la evaluación de los impactos y la definición de las prioridades, con el objetivo de mejorar la confianza entre las partes interesadas, fortalecer su licencia social para operar, reducir los riesgos ambientales y construir resiliencia territorial.