La Salida de Cartes: El fin de una era para el olvido y una lección por aprender...

La Salida de Cartes: El fin de una era para el olvido y una lección por aprender...

13 Julio 2015

Cartes dejó un Gobierno Regional que inició con la esperanza de hacerlo mejor que su predecesora, pero que termina tal como el del ex presidente Richard Nixon: forzado por un escándalo, cuestionado por la ciudadanía y sin una pizca de respaldo político.

Nicolás Candel Pozo >
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Cuando todo parte mal, nada termina bien, indica la lógica. Así podría resumirse la historia de un desconocido nombre que en febrero del 2014 era designado para hacerse cargo del Gobierno Regional de Tarapacá, bajo el auspicio político y la imponente sombra que le brindaba, por esos días, un poderoso actor del dominante Partido Socialista de la región.

Nombrado por la presidenta Michelle Bachelet, Mitchel Cartes Tamayo -Ingeniero Civil Industrial de 38 años- aún no se sentaba en el sillón del Intendente cuando ya recibía un duro cuestionamiento desde las filas de sus propios socios de la Nueva Mayoría -el Partido Comunista de Tarapacá y el diputado comunista Hugo Gutiérrez-, debido a irregularidades detectadas en la Dirección de Vialidad, cuando Cartes era funcionario del MOP.

Las acusaciones se fundaban en la existencia de sumarios que investigaban la gestión del ex inspector fiscal, cuando estuvo a cargo de obras viales que bordearon los $1.500 millones y en donde se habría cometido fraude al fisco y falsificación de instrumento público. De hecho, seis meses después de asumir, el Intendente de Tarapacá debió declarar en calidad de imputado ante la PDI y la Fiscalía de Iquique, en una investigación que hasta hoy no tiene resultados, a diferencia de lo que sí ha ido ocurriendo en otros reconocidos casos de probidad que comenzaron bastante después (SQM, PENTA, CAVAL).

No obstante, pese a las graves denuncias que recaían sobre la autoridad, Mitchel Cartes continuó en su cargo, apoyado en la venia que le confería el entonces ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, -tan cuestionado por estos días- y gracias a las fuertes presiones que su padrino político realizaba en La Moneda.

Las desconocidas negociaciones lo mantenían, pero el Intendente de Tarapacá no dejaba de estar mal evaluado en el palacio de gobierno y por la ciudadanía de la región. Los conflictos sociales generados por la reconstrucción -luego de los terremotos de abril del 2014- fueron demostrando la poca capacidad política de Cartes para tomar decisiones correctas y definir un claro lineamiento para una región rica en recursos y con un sector productivo diverso, pero estancado.

Mitchel Cartes tampoco supo dar lineamientos para salvar las altas cifras de victimización en las calles del "Gran Iquique" -la suma del polo urbano de las comunas de Iquique y Alto Hospicio-, problema sin solución hasta hoy y que se fue confirmando con los resultados de las encuestas, tanto de las policías como de Paz Ciudadana.

Las cifras macroeconómicas del Gobierno Regional de Tarapacá se mantuvieron azules durante 2014, situación que el gobierno regional "discurseó" como resultado propio de la gestión de Cartes, pese a que esto era más bien por la inercia de la autorreconstrucción que inició la sociedad y por las obras públicas obligadas que generaron los sismos.

Parte de los errores de Cartes -avalados por Rossi, quien comandó y aprobó todo movimiento que se hizo en la sede del gobierno regional de Playa Bellavista- fue no contar con un equipo sólido de asesores que orientarán al GORE y que lo condujeran con mayor éxito en las tareas del gobierno. No había, tampoco, un relato para mostrar con orgullo los logros, ni tampoco la capacidad para transmitir con eficacia un discurso a la hora de asumir los errores o las desgracias. Y, según relataban sus propios asesores el año pasado, esto ocurría por la soberbia del mismo Cartes y su incapacidad para escuchar consejos.

Desde el punto de vista político, los conflictos solapados con la Delegación Presidencial o abiertos con el Alcalde Jorge Soria, el descoordinado trabajo con sus gobernadores, mantener cargos sin definir por largo tiempo o posicionar a figuras temporales con bajo manejo de los gremios, también fueron algunos de los graves errores políticos y de "buena convivencia" que Cartes no supo manejar.

La visita de la Presidenta Bachelet a la región -la única de la era Cartes- fue una muestra de este pésimo manejo. Pendones solicitando la renuncia del Intendente, protestas a metros de la mandataria y el denunciado bloqueo de la bajada de Alto Hospicio -desde donde venían más manifestantes-, dieron muestra de un estilo que ya estaba hartando a un importante sector de la comunidad tarapaqueña o, al menos, a uno que lograba hacer bastante ruido.

Después, con los #IquiqueLeaks, la ciudadanía terminaría entendiendo ese estilo y cuál era el motivo de alguno de los malos manejos: en realidad, Cartes no era quien mandaba en la región y parte de su equipo no estaba, precisamente, trabajando para el bien común de todo el pueblo.

Esa gota habría rebalsado el vaso en La Moneda, ya que el reportaje de El Boyaldía terminó exponiendo a un grupo de autoridades regionales, asesores, periodistas y al propio Intendente -liderados, conducidos y ordenados por el Senador Rossi-, en una situación que era un secreto a voces: la conducción regional en las sombras buscaba, por todos los medios y a cualquier precio -incluso al punto de retrasar soluciones urgentes para la comunidad- la sola exposición del parlamentario para alcanzar su reelección.

Tras este hecho se produjo uno de los más duros quiebres institucionales para el gobierno. La mayoría del Consejo Regional de Tarapacá -quienes eran criticados en las conversaciones de "IquiqueLeaks"- se volcó a pedir la salida del Intendente y le negaron la sal y el agua a los proyectos de inversión que debían hacer brillar al gobierno.

Los excesos de soberbia en el gabinete del Gobierno Regional y la poca cercanía con la ciudadanía, que también criticó severamente los mensajes, pasaron la cuenta a Cartes. Sin una verdad que contar, sin un liderazgo real, con un equipo carente de relato y con una reputación por los suelos, Cartes salió tardíamente a reconocer el error con unas excusas que tenían más de forzosas que de sinceras.

...A esas alturas ya era demasiado tarde. No obstante, Cartes logró resistir casi tres meses más y no precisamente por mejoras conductuales, sino que más bien por las constantes caídas que sufrió el gobierno de Michelle Bachelet en ese período.

La salida de Rodrigo Peñailillo y de otros ministros fue un respiro en el edificio de Avenida Prat, lo que se repetiría con la salida del ministro de la Segpres, Jorge Insunza, a casi un mes de asumir. Pese a esos hechos, el nuevo ministro del Interior, Jorge Burgos, ya tenía al delfín de Rossi entre ceja y ceja.

Localmente, en la región se vinieron los paros de Aduana, de los portuarios privados y de los usuarios de ZOFRI -casualmente uno tras otro- todos los cuales mostrarán sus efectos reales recién en un futuro cercano, pero que evidenciaron que la figura del Intendente no fue capaz de alzarse como un mediador de posiciones que tendiera a salvaguardar la economía regional.

La llegada de la Copa América fue un hito difícil de superar para los opositores a Mitchel Cartes, quienes esperaban que antes del evento deportivo se pusiese la lápida al intendente, sobre todo cuando desde La Moneda ya se había indicado que se evaluaban a las autoridades regionales. Pero no fue así y, mientras Chile echaba a rodar la pelotita, en Tarapacá se mantenía al cuestionado representante de Bachelet, paralizando así un cuento del lobo de nunca acabar...

Durante ese período el defenestrado intendente intentó establecer puentes con el Consejo Regional -algunos lo describieron como "pordiosero" con las horas contadas-, a la vez que se volcaba a mejorar su imagen pública reforzando las comunicaciones digitales en el lugar donde menos está el pueblo: en Twitter. "La comunicación es todo", parecía ser la consigna, en medio de sigilosos rumores que indicaban que el hombre de Bachelet en Tarapacá sería confirmado en su cargo.

Pero los esfuerzos duraron solo hasta hoy. Durante esta jornada Mitchel Cartes dejó un Gobierno Regional que inició con la esperanza de hacerlo mejor que su predecesora, pero que terminó tal como el del ex presidente norteamericano Richard Nixon, tras el Watergate: forzado por un escándalo, cuestionado por la ciudadanía y sin una pizca de respaldo político para sustentar su inocente pretensión de participar en procesos de elección popular a futuro.

¡Vuela alto, Mitchel!

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