Dentro de todos los puntos de la reforma tributaria, existe un ítem muy particular: los impuestos verdes,  gravamen con el que el ejecutivo estima una recaudación en torno a los US$ 162 millones.

Se trata de un gravamen que busca castigar a las empresas más contaminantes e incentivar el uso de automóviles que emitan lo menos posible de CO2, que es el causante principal del calentamiento global.

Una medida que ya tiene detractores desde sectores industriales, ya que se estima que impactaría el valor bursátil de algunas compañías, representando miradas opuestas a los esfuerzos en el mundo entero por reducir las emisiones de dióxido de carbono y así luchar contra el calentamiento global.