El Boyalibro: "¿VO CREÍ QUE YO SOY HUEÓN?"

20 Febrero 2016

¿Le creerías a alguien que dice tener en su poder la camiseta con la que Zinedine Zidane perdió la final del Mundial de 2006? Conversaciones de bar y fútbol de las que te sentirás parte toda tu vida a pesar de no haber participado directamente en ellas.

Guillermo Adrianzen >
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En El Boyaldia nos abrimos a conocer a los escritores ciudadanos que tienen algo que decir. Cuentos cortos, relatos breves, poesía o cualquier tipo de ejercicio literario son bienvenidos en esta sección.

Inauguramos este espacio creativo con un relato breve de un escritor chileno emergente. "Al Pacino estuvo en Malloco", "Relatos Huachos" y "Elogio del Maracanazo" son los tres libros que ya publicó Víctor Hugo Ortega, narrador oriundo de Malloco que en los últimos años viene destacando en la literatura independiente nacional.

 

¿VO CREÍ QUE YO SOY HUEÓN?

Lector, estoy en un bar, triste, porque me acaban de decir por teléfono: “tenemos que hablar”. Y sé lo que eso significa. Me lo han dicho justo en la previa del inicio del mundial, lo que es crueldad. Sí. Crueldad. Quizás por eso, sólo por eso, me he concentrado en estos dos tipos que están en la mesa de al lado. Hablan tan fuerte, que no me dejan pensar en la angustia que se viene para mí.

Tienen su mesa llena de cervezas. Para ser exacto, 7 Escudos de litro. Lector, estoy viendo una escena que me reconforta. Ellos son felices con poco. Yo no. En fin, no quiero hablar de mí, quiero hablar de ellos. 

A le dice a B que ha ido a ver una exposición de camisetas históricas de fútbol, que está exhibiéndose en un centro comercial. Está la de Maradona en Barcelona, la de Pelé en el Cosmos, la de Johan Cruyff en la Selección Holandesa y la de Zidane, utilizada en la final del mundial de Alemania. Hasta ahí todo bien. A cuenta su experiencia en la muestra, se nota entusiasmado, con sólo escucharlo puedo percibir su pasión por el fútbol. B interrumpe cada unos segundos a A, preguntándole de dónde sacará las camisetas el organizador. No sé, responde A, y continúa con detalles de la exposición, enfatizando que algunas de las tricotas fueron realmente usadas por los jugadores, y donadas para la muestra. Lector, la historia cambia de tono aquí. 

B dice, a ver a ver, ¿me estai diciendo que esa camiseta de Zidane, es la que usó en la final del cabezazo a Materazzi? Eso mismo, de hecho alguien ha preguntado eso al organizador, que estaba allí en la muestra, y él lo ha confirmado, sostiene A. Hueón, a ver, prosiguió B, empinándose el concho de la séptima Escudo. Me estái diciendo que el propio Zidane, al salir de la cancha, expulsado por el cabezazo que cambió la historia de esa final, y enojado por haber perdido la oportunidad histórica de acercarse al podio que comparten Maradona y Pelé como los mejores de la historia, se habría encontrado con un desconocido rumbo al camarín, y le habría dado su camiseta para que la mostrara en una exposición. ¿Me estái diciendo eso? A dice tímidamente que sí, que es lo que escuchó.

B se toma la cabeza y sigue. Zidane, enfurecido por un dicho racista del hijo de puta de Materazzi, que habría ofendido su origen argelino, le regala su camiseta 10 de Francia, con el sudor caliente de quién rozó la copa y la perdió por ira, a un chileno que se la pide para exponerla en una exhibición en el fin del mundo. ¿Eso es? A responde un escueto sí. Mírame, sigue B, mírame bien a los ojos, porque te quiero hacer una pregunta. ¿Vo creí que yo soy hueón?

Lector, la discusión termina con gritos, pero gracias a ellos, pienso que en la vida hay que reírse de las pequeñas cosas.