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Rutinas...¡Ah pero en pandemia!

18 Agosto 2020

De alguna manera la pandemia nos ha permitido reencontrarnos con nuestro grupo familiar y a la vez ha dejado de forma sigilosa la evidencia de las exigencias y expectativas que se nos han instaurado como sociedad

Carla Marín Herrera >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

¡No hace las tareas!, ¡Se supone que tiene que cumplir!, ¡solo usa las pantallas!, ¡Hay que estar diciéndole lo que tienen que hacer!, ¡Pero igual sé que están o estamos aburridos de la pandemia…pero igual!. – En esta última frase me detengo y preguntó: ¿Pero igual qué?.- Escucho un tono voz bajo y percibo cierto tinte de tristeza…- "Igual hay que cumplir". Estas son algunas frases que he escuchado en pandemia, aunque para profundizar y contextualizar de manera justa, también he escuchado estas frases: ¡No me entienden!, ¡Yo ayudo pero no sé que quieren de mí!, ¡Si yo soy super bueno (a) en las pantallas, pero no conocen mi mundo!, ¡Solo me piden y piden!.

Hasta acá ya creo saber que descubrieron quien dijo cada frase. Tales frases se han vuelto un foco de atención en mí que hacer profesional, específicamente en la atención de niños, niñas, adolescentes y sus cuidadores, ya que son reiterativas y dignas de reflexionar en el sentido que el lenguaje construye realidades.

Desde acá la importancia de reflexionar como hemos conllevado como cuidadores, padres y madres, la crisis sanitaria y las rutinas en casa, de alguna manera la pandemia nos ha permitido reencontrarnos con nuestro grupo familiar y a la vez ha dejado de forma sigilosa la evidencia de las exigencias y expectativas que se nos han instaurado como sociedad, desde como tenernos que cumplir nuestro rol como cuidadores, madres, padres, dejándonos una sensación que el “deber” prima, y esta nos está empujando siempre a ejecutar.

Reflexionemos, de un día para otro todo cambio y de verdad, literal (como dicen los adolescentes) fue todo. Y fue drástico nos encerramos, comenzamos a cumplir nuestros distintos roles en un mismo espacio, en términos sensibles y sutiles ese espacio es nuestro hogar, es ahí donde funcionamos como trabajadores, cuidadores, padres, amigos e incluso profesores (as),- Con solo nombrarlos quedé agotada.-. Ha sido difícil, ha sido agotador, confuso, estresante y hay que decirlo, ya basta con adornar la pandemia, Tenemos que dar espacio a lo que es realmente importante, lo que verdaderamente va a transcender en esta pandemia, y son “Nuestras emociones y sensaciones” y por ende el “Atender las necesidades emocionales de nuestros hijos e hijas”.

Estamos experimentando una crisis sanitaria, hay una enfermedad que nos está rondando y el impacto ha sido mortal, entonces, mi invitación es a mantener las rutinas diarias desde el respeto propio y también para el otro, a ser consciente desde donde miramos a nuestros niños, niñas y adolescentes como cuidadores, padres y madres.

A ser conscientes que hay necesidades emocionales y como las estamos atendiendo, es un llamado a la disposición a la actitud, a concretar el sutil cambio entre las exigencias, expectativas versus el real respeto y un respeto divergente. Cuestionemos lo establecido, volvamos a valorar nuestra esencia como cuidadores, padres y madres, chasconeémonos, soltemos, dejemos de cumplir a un sistema de rutinas reduccionista, que en el fondo o quizás en la superficie de nuestro corazón sabemos que no funciona para nuestros infantes y adolescentes. Llevemos esa intuición natural a florecer, que esa chispa que roza entre la posibilidad y la emoción se concrete en acción.

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