El cobre parece ser la panacea para nuestro país y vemos en el metal la solución a todos los problemas existentes.
Voces de alegría se sienten en las esferas económicas, que ven aumentar las arcas fiscales en estratosféricas sumas de dinero y cada día que pasa sube más y más, mientras los apetitos surgen en todos los medios sociales que ven en esta algarabía de billetes una fiesta de nunca acabar y esa nebulosa no nos permite ver la verdadera realidad y que este efímero sueño, algún día se va a acabar, como alguna vez sucedió con el salitre y el carbón que nos costó tantos sinsabores en el pasado y que aún hoy no nos dejan vivir tranquilos por las constantes quejas y odios concentrados de nuestros vecinos del norte y también por los desocupados que dejó el cierre de las minas de carbón, en la octava región.
Es conveniente analizar con más tranquilidad este auge económico y analizar los informes económicos que dan cuenta del precio diario de la libra de cobre en la bolsa de metales de Londres y por lo tanto entendemos y comprendemos lo que ello significa para la economía del país.
Destacados personeros del quehacer político nacional propusieron variadas alternativas con estos excedentes del cobre como aquellos que sugirieron invertir todo el capital recaudado en gastos sociales, mientras otro sector argumentó que una parte se debía gastar en el país en obras de infraestructura y el resto depositarlo en la banca internacional para generar altos intereses y un tercer grupo propuso invertir todo en el extranjero para obtener buenos dividendos y estar preparados cuando llegue el período de la normalidad presupuestaria.
El ciudadano común también tiene algo que decir al respecto y ahí tuvimos a los estudiantes secundarios introduciendo en su pliegos de peticiones, planteamientos que implicaban altos costos al presupuesto nacional.
Los profesores también piden al gobierno que se les pague la “deuda histórica” y ya muchos de ellos han fallecido esperando la tan ansiada remesa y los pocos que aún quedan, están esperanzados en solucionar sus problemas económicos que les está afectando su calidad de vida.
La euforia colectiva se ha desatado y todos piden saborear una parte de esa torta que saben que existe, pero, físicamente no se ve, lo cual permite que se hagan muchas elucubraciones al respecto y los hace vivir esperanzados soñando en la solución a sus problemas, rogando que sus demandas sean escuchadas con la sensibilidad social que el gobierno tiene con los trabajadores.
Foto: Corneton
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