El partido entre Municipal Iquique y Unión La Calera el pasado miércoles tuvo de todo. En la cancha, un espectáculo lleno de emoción, lucha y en ocasiones fútbol; un arbitraje asqueroso, con el juez Claudio Miranda como protagonista; y un heroico empate final con sabor a triunfo.
Pero fuera de ella, específicamente en el sector de Andes, pude presenciar una de las escenas más lamentables que un verdadero amante del fútbol puede ver: desmanes y personas fuera de sí.
La reacción que tuvieron algunos mal llamados hinchas, producto del mal arbitraje, no justifica para nada la reacción violenta que tuvieron estos tipos. Golpear la reja de acceso a la cancha, buscando abrirla para ingresar e increpar a cualquiera que no sea celeste, es una acto patético.
Perjudican al recinto y nuestra condición de local, les dan un mal ejemplo a los niños presentes, y peor aún -sin ser exagerado-, pudo ser el origen de alguna tragedia humana.
El único contento con toda esta debacle fue el pasapelotas del sector, que recogió no sé cuantas monedas enviadas desde la grada.
Pero fuera de broma, ¿Hasta cuándo el fútbol chileno va aguantar a estos tipos? ¿Cuál es la solución?