¡Qué vuelva “La Challa”!

24 Enero 2013

Si te hablo de tradiciones en este momento estoy segura que vienen muchos recuerdos a tu mente. Quizás algunos más divertidos que otros, pero si te hablo de jugar a la challa, estoy segura que sonríes al igual que Yo.

Vianka Harder >
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No era solo agua, también había que tener una bolsa con harina… Era parte de la tradición: “juguemos a la challa” decían en mi barrio, en el conocido barrio de “La Puntilla”, donde toda la cuadra de Obispo Labbé con Sotomayor se juntaba durante las tardes a capear el calor en los días de verano, bueno, de los que quedaban en la cuadra, otros aprovechaban los dos meses  de “verano” para partir hasta con el perro a la playa, con esos míticos sacos harineros con los que se armaban las carpas.

Cuando me mandaban a comprar donde “El Chino” me dejaba $100 pesos para los globos de agua, los dejábamos preparados, guardados en la tina con agua de reserva que teníamos en el patio (porque en esos años se cortaba el agua por las tardes).

Mis tíos eran más atrevidos, con grandes baldes llenos de agua subían hasta el techo de la casa, esperando al que tocara la puerta, siempre llegaba gente, porque en ese tiempo vendíamos helados, esos que los hacían de membrillo, y en bolsita. Hasta $50 pesos llegaba a costar el más caro.

Y ahí estábamos, a la espera del primero que tenía que caer, no faltó el que llegó con la camisa recién planchada, tantos recuerdos.

Y para que decirte de los carnavales de barrio, el Matadero, el Morro, y La Puntilla para Mi eran los más populares, siempre el viejo más amargo, o la vecina más sapa de la cuadra era “el mono” que iba a la quema, siempre con consignas que te sacaban risotadas!

Había preparación, había alegría, llegaba mucha gente a la casa, ahí se entraba no más, había puerta con una “pita” (no sabíamos de timbres)

Y llegaba el día, hasta se contrataba una banda para hacer el recorrido más alegre, pasábamos por la casa del loco Soria, cuando vivía en San Martin con Ramírez, y el loco la gozaba. Tiempo después comenzó la moda del carnaval con premios, donde hacían participar a las poblaciones, al choro Soria  siempre le gustó ese show.

¿Y qué nos queda? Ahora vivo cerca de Cavancha, y no sé quién es mi vecino, ya pasaron esos tiempos en que nos saludábamos todos, ahora las pitas solo sirven para amarrar las bolsas de basura.

Quizás si mañana nos volvemos a juntar, lleva globos de agua, lleva harina, para reirnos y recordar juntos las tradiciones del barrio, porque podemos perder muchas cosas, pero nunca las ganas de recordar esos tiempos en que fuimos Iquiqueños felices…. 

Foto:  Facebook "Yo Amo Iquique"

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Imagen de Jaime Peña

Aunque no soy oriundo de Iqq,

Aunque no soy oriundo de Iqq, siento que las tradiciones ayudan a preservar el presente para proyectarla al futuro.