Los asentamientos urbanos locales han aumentado su población de manera sostenida, el parque automotriz ha crecido de forma descontrolada y la estructura urbana se ha hecho insuficiente para soportar tal demanda.

En una breve mirada de norte a sur, se destaca el Barrio Industrial ZOFRI con sus amplios perfiles viales, que se ha transformado en un “Aparcadero público” de rampas, camiones y un informal espacio de exposición o reparación de vehículos. Por otra parte, circular en cualquier modalidad por el Centro Histórico de Iquique es complejo, así también caminar por “Paseos Peatonales” y por calles céntricas es igual de desfavorable debido a la apropiación por parte del comercio ambulante informal de las pocas veredas anchas y en buen estado.

Ya se da por adquirido un estilo de caminar zigzagueante para ir esquivando publicidades de restaurantes y los infaltables hoyos que reducen al mínimo el espacio de circulación peatonal. Un contexto poco amable para adultos mayores, niños y personas en situación de discapacidad.

  Mientras tanto hacia el lado sur de la ciudad no existe una frecuencia estable y la nueva extensión urbana habitacional (Altos de Playa Blanca) deberá solucionar su aislamiento con una oportuna conectividad. En la práctica cotidiana ya es habitual que microbuses y taxis-colectivos se detengan en cualquier parte, la falta de respeto por las señaléticas y la Ley del tránsito, el escaso cumplimiento del límite de velocidad, el consumo de drogas e infinitas distracciones de conductores en pleno manejo, todo esto sumado al mal estado de las calles y estacionamientos en doble fila son algunos de los factores que aumentan el riesgo de accidentes.

El problema es serio, algunos apuestan por el ensanchamiento de las calles y el aumento de zonas de estacionamientos, alternativas que no son el camino correcto ni la solución de fondo. Más bien la opción sensata es buscar “Desincentivar el uso del automóvil”, intención que se lee fácil, pero para ello se debe tener una visión integral del problema y fortalecer una Estructura de Transporte Público Sostenible que la promueva mediante eficientes “Sistemas en Red o Circuitos”, solo así se logrará el uso de otras modalidades de transporte.

Entonces ¿Por qué no se han establecido en Iquique líneas de taxis colectivos que den cobertura y frecuencia a toda la ciudad? ¿Tan poderoso es el gremio del transporte urbano para no poder ser regulado? ¿Tendremos miedo o pereza a los cambios?.

  Lo único claro es que la ciudadanía ha sido testigo del paso de múltiples autoridades regionales a lo largo del tiempo y aún no puede vivir aportes concretos ni conocer un “Plan Integral de Movilidad Urbana” con real visión de futuro. Definitivamente el tema se ha transformado en una compleja deuda histórica regional.

Para ello la Gobernanza local deberá buscar y articular prontamente acuerdos transversales políticos, técnicos, académicos y ciudadanos, logrando así perder los miedos a los “costos políticos” por decisiones que no les favorezcan económicamente a los principales interesados o por el sólo hecho de evitarse manifestaciones mediáticas. Cabe indicar que múltiples ciudades internacionales con modelos de transporte consolidados, vivieron estos procesos y entendieron que son fenómenos sociales normales, necesarios y de suma urgencia afrontarlos para lograr avances sustanciales.

No hay otra manera, más aún cuando se ha aplazado la toma de decisiones radicales e integrales sobre el problema por varios años en nuestra ciudad.

Para iniciar una restructuración integral es clave entender que los Modelos de movilidad y Transporte público son un “Recurso de Identidad ciudadana”, que proporciona equidad social, buen acceso a los servicios, integración espacial, pero sobre todo una calidad de vida incluso estando en movimiento.