[Opinión] Desastres naturales: La importancia de la Planificación Urbana y Territorial

[Opinión] Desastres naturales: La importancia de la Planificación Urbana y Territorial

19 Febrero 2019

"Se hace necesario tener vigente distintos tipos de Instrumentos de planificación".

Alex Ruiz Cerda >
authenticated user Corresponsal

Por estos días la zona norte del país se ha visto afectada por lluvias estivales que lamentablemente han arrebatado vidas y alterado el modo de habitar de muchas personas. Es un hecho que los fenómenos naturales como marejadas, lluvias, aluviones, vientos, temporales de arena, terremotos, entre otros, se han vuelto más intensos y frecuentes en el último tiempo. Esto se traduce en un aumento de la vulnerabilidad de las ciudades y los territorios, pero sobre todo la vulnerabilidad de vidas humanas ante las catástrofes.

Para garantizar un adecuado crecimiento tanto de zonas urbanas como rurales se hace necesario tener vigente distintos tipos de Instrumentos de planificación, los cuales tienen como objetivos anticipar, mitigar y resguardar áreas propensas a riesgos naturales.

Es así como la planificación urbana se vuelve importante, pero de igual forma la planificación territorial con sus variables tanto o más complejas que la urbana, se hace altamente necesaria de abordar. Es por medio de los estudios en los Planes Urbanos y Territoriales, que se puede diagnosticar y definir zonas de riesgos por eventuales remociones en masa, crecidas fluviales, erupciones, lo que permite hacer más resilientes los asentamientos humanos.En este sentido, se hace obligatorio agilizar la elaboración y aprobación de los Instrumentos de Planificación Territoriales, para poder realizar un sincronizado, adecuado y priorizado “Listado de Proyectos de Mitigación” y así con ello iniciar las dilatas gestiones para la aprobación de financiamientos.

Al respecto, varios países referentes en planificación ya no solo hablan de “Ciudades Inteligentes” sino también de “Territorios Inteligentes”, que con fuertes bases de datos técnicos toman acertadas decisiones para resguardar sus tradiciones culturales, fomentar un turismo limpio y equilibrado, fortalecer sus vocaciones económicas, pero por sobre todo cuidar y garantizar la calidad de vida de sus habitantes ante las amenazas naturales. Teniendo esto claro, deberíamos preguntarnos: ¿Por qué debemos esperar desastres naturales para levantar información urbana o rural? En cada contingencia de este tipo se reiteran catastros que se superponen, se contradicen y caducan con facilidad para la toma de decisiones. No sería lógico, por ejemplo, contar previamente con una fuerte “Base de Datos” o un “Estudio de Terrenos Reservadospara definir cabidas de forma anticipada a Puestos de Atención Médica Especializada (PAME), campamentos habitacionales de emergencia o equipamientos de seguridad, de manera de orientar y agilizar la toma de decisiones por parte de Gobiernos Regionales y Comunales. Se podrían considerar estimaciones prácticas como el número de viviendas de emergencias que puede soportar un terreno, los costos de urbanización, los tiempos de habilitación para cada caso, ayudarían bastante en acelerar las gestiones, optimizar las coordinaciones entre instituciones públicas y así ver las soluciones en un mediano plazo. Respecto de las urbanizaciones existentes, ya es momento de repensar y actualizar profundamente la infraestructura tanto pública como privada de las ciudades y así garantizar el óptimo funcionamiento de instalaciones sanitarias, evacuación de aguas lluvias, tendido eléctrico y de telecomunicaciones para las futuras generaciones.

Es bueno recordar que contamos con una de las Leyes General de Urbanismo y Construcción más exigentes del mundo, una fortaleza y atributo de un país con una alta exigencia sísmica. No obstante, ya es momento de ir fortaleciéndonos en otros ámbitos, que cada vez más seguido la naturaleza se encarga de recordarnos. Para ello, la primera recomendación será cambiar la mentalidad y dejar de ver la “Planificación Urbana y Territorial” como una pérdida de tiempo y sin aportes inmediatos para la calidad de vida de los habitantes.