Los indignados en Chile y la (mala) clase política

19 Julio 2011

Cada vez más gente empieza a sentir la misma rabia, a rebelarse, porque simplemente nos colmaron la paciencia. No queremos más ineptos nombrados en cargos de alta responsabilidad ni escuchar más de despilfarros con la plata de todos los chilenos.

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Estoy harto de la clase política. Sé que muchos otros chilenos también. Exceptuando unos pocos casos que sí cumplen y verdaderamente representan a los ciudadanos y sus necesidades, la mayoría de estos individuos nos ilusionan en época de elecciones con cambios maravillosos para el país y una vez elegidos, gobierno tras gobierno, observamos más de lo mismo, con matices, pero la sensación siempre se repite : desilusión, decepción, frustración, indignación, desolación, resignación y más.

Los funcionarios públicos, profesores, estudiantes secundarios y universitarios, padres y apoderados, los mineros, la zona de Magallanes, los conservadores de la naturaleza, los pueblos originarios, los gays, lesbianas y transexuales, y suma y sigue... Son cada vez más los que estamos perdiendo la paciencia y ahora queremos que tanto engaño se termine de una vez por todas.

La ciudadanía se está empoderando. Hoy, con los medios tecnológicos al alcance de la mayoría, el hombre de la calle, nosotros, que antes no conversábamos más que con nuestro entorno más cercano, nos estamos integrando a numerosas redes sociales, twiteamos, nos incorporamos a facebook, opinamos en los medios, enfrentamos y criticamos duramente los desaguisados de alguna autoridad, discutimos, nos desahogamos y opinamos.

Hay que estar muy ciego y sordo para que las autoridades no se den cuenta que este Chile no es ni la sombra de lo que era antes. La ciudadanía de verdad se está empoderando a pasos agigantados. Le ha perdido el temor y respeto a quienes engañan o frivolizan sus problemas, y se rebelan, donde sea que puedan ser vistos y escuchados.

Y no sólo eso, si la causa no es propia, hacemos causa común con quienes comparten la misma rabia, impotencia y necesidad de cambios de fondo, urgentes.

Para empezar, cambiar a los mismos políticos de siempre, que se repiten una y otra vez. Que se vayan para su casa, que se busquen otra cosa que hacer, porque está más que claro, la mayoría les estamos diciendo encuesta tras encuesta, que no los queremos. Son o se hacen los sordos?

Necesitamos nuevos líderes, que sepan escuchar e interpretar a personas como usted y yo. Que cumplan con lo que prometen, valorando, apreciando y agradeciendo, con hechos concretos, el voto de confianza que les otorgamos en las urnas.

¿Se han fijado que los políticos son expertos en relativizar su baja de popularidad? Cuando las encuestas no los favorecen, son verdaderos especialistas en bajarles el perfil a las cifras negativas e interpretan antojadiza y magistralmente las estadísticas de tal forma que aparezcan -no ellos- sino sus adversarios políticos los perjudicados con lo que está opinando la gente como usted y yo.

Así las cosas, cuando son oposición, entonces esas mismas encuestas se transforman -por arte de magia- en la voz del pueblo que reclama y las cifras avalan sus permanentes críticas en contra de la autoridad de turno.

Pero tan pronto asumen el gobierno, alzan la voz para afirmar que ellos no gobiernan fijándose en las encuestas que, según explican, es una simple radiografía del minuto y no necesariamente representa a la mayoría de los chilenos, que , insistentemente repiten, sí conocen y aplauden sus iniciativas y logros.

Pero todos ellos saben, perfectamente, que la clase política en nuestro país está absolutamente desprestigiada y pésimamente mal evaluada por la mayoría de los chilenos. De derecha, de izquierda, de centro, da lo mismo… Son prácticamente todos.  

¿Y qué más pretenden? No es para menos.

Tantas promesas incumplidas, malas inversiones y recursos desaprovechados, proyectos chantas, falsas expectativas creadas, falta de transparencia, nombramientos de cargos entre sus amistades o familiares de sus conocidos, interminables peleas y deslealtades entre ellos, luchas de poder y muestras de desidia frente a los problemas que verdaderamente importan a los chilenos, están incitando a que la gente acumule cada vez más rabia y descontento.

Cuando uno se entera que un indigente se muere de frío a las puertas de una institución de beneficencia, mientras una ministra aparece en una revista modelando fina ropa de cuero ¿qué siente usted?

Mientras miles de manifestantes están gritando en las calles por una mejor calidad e igualdad en la educación, empapados por el guanaco, ahogados con gases lacrimógenos, mientras otros se llenan los bolsillos con lo que debiera ser una educación sin fines de lucro ¿no le indigna eso a usted?

Cuando se realiza una marcha mutitudinaria por la principal arteria de la ciudad, manifestándose todos en contra de una autoridad gubernamental, y usted se entera que el ministro del Interior está disfrutando de unas ricas vacaciones en el Caribe, ¿no le sorprende ?

Sí, da rabia que por unésima vez fuimos unos ilusos e ingenuos en creerles.

Y cada vez más gente empieza a sentir la misma rabia, a rebelarse, porque simplemente nos colmaron la paciencia.

No queremos más ineptos nombrados en cargos de alta responsabilidad ni escuchar más de despilfarros con la plata de todos los chilenos.

No queremos más decisiones que favorecen a pocos en perjuicio de muchos.

No queremos ver más la mitad de las salas del Congreso con asientos vacíos. Y a propósito de eso ¿por qué hay tantos parlamentarios para un país tan chico? Cifras millonarias nos ahorraríamos con la mitad de ellos y esos recursos sí podrían financiar en parte las necesidades de muchos.

A su vez ¿por qué las autoridades tienen que trasladarse en lujosos autos oficiales y, como si fuera poco, cambiarlos cada cierto tiempo por vehículos más modernos? ¿Acaso no ganan sueldos suficientemente onerosos, financiados con recursos que aportamos todos los chilenos, para movilizarse en sus propios autos y pagarse su propia bencina?

¿No le indigna a usted que nos traten de criticones o de intransigentes cuando estamos clamando por mayor equidad, mayor transparencia, por justicia social, por una mejor distribución de la riqueza?

¿Qué se creen?

Si a éste y anteriores gobiernos los elegimos nosotros y a todas las autoridades públicas los mantenemos nosotros. Ellos están al servicio del país, no nosotros al servicio de ellos.

Ellos prometieron y tienen que cumplir en todo, absolutamente todo lo que prometieron. Sin excusas. Sin demoras. Y si no se la pueden, que renuncien y den un paso al lado. Somos personas, no marionetas. Así es que por favor, menos discursitos baratos, más humildad en reconocer errores y más esfuerzo y rapidez en lograr los objetivos que a todos los chilenos se nos prometió.

Esta forma de hacer política tiene que cambiar. Exceptuando unos pocos, los políticos de hoy y de ayer, no debieran salir más elegidos en esos cargos ni en ningún otro público. Fin a los enroques. Que se acaben los cargos de consuelo a quienes la ciudadanía no votó. Si por algo no salieron pues… Están torciendo la voluntad a los ciudadanos.

No podemos permitirnos seguir siendo tan ingenuos.

Están una y otra vez prometiendo adelantos, mejoras, un mundo de ensueño y, si no fuera por los medios de comunicación, siempre atentos y vigilantes, no quiero ni imaginarme la podredumbre en que estaríamos metidos.   

   

Ricardo Viteri Prado

 

Foto: __fito__ (CC).