Guantánamo, los Derechos Humanos y el desarrollo sustentable

Guantánamo, los Derechos Humanos y el desarrollo sustentable

17 Enero 2012

"Sólo un desarrollo cuyo objetivo sea el cumplimiento de estas libertades y garantías universales, que son los Derechos Humanos, puede ser considerado verdadero y equitativo".

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Se cumplieron 10 años de la apertura de la prisión de Guantánamo (Cuba), centro de detención estadounidense que en la actualidad alberga unos 171 prisioneros acusados de actos de terrorismo en contra de esa nación. Quienes son encerrados, son sometidos a torturas y una serie de vejámenes ampliamente conocidos por la opinión pública. Guantánamo es probablemente la peor derrota contra los Derechos Humanos, contra su reconocimiento como garantías y libertades fundamentales de todo ser humano.

En 1945, terminada la segunda Guerra Mundial, no sólo se termina una guerra llena de horrores, sino que sucede un hecho luminoso y radicalmente positivo: se reconocen en forma global los derechos humanos, herramienta principal para obtener una paz duradera y de verdad, cuya evolución hasta nuestros días también los convierten en un arma para derrotar la pobreza y conseguir un desarrollo de verdad.

 Sólo un desarrollo cuyo objetivo sea el cumplimiento de estas libertades y garantías universales, que son los Derechos Humanos, puede ser considerado verdadero y equitativo. En ese sentido la relación entre sostenibilidad y Derechos Humanos se muestra íntima y fundamental. No se concibe un desarrollo sostenible si estos no se respetan, fomentan y promocionan.

En Chile, las autoridades han hecho suyo el concepto y principio del desarrollo sostenible, pero muchas veces pareciera que existe una comprensión muy acotada de éste. No se entiende que el desarrollo sostenible es la expansión de los umbrales de la garantía y la protección de los derechos humanos. Tal vez nuestras autoridades siguen pensando que los Derechos Humanos sólo guardan relación con libertades básicas como la de vivir, la de la libertad de tránsito y la de no ser sometido a torturas; y se olvidan que su protección se extiende a los ámbitos económicos, sociales y culturales, donde, por ejemplo, se encuentran el derecho a la elección del empleo, el acceso a la educación y a una alimentación adecuada; además de los llamados de solidaridad: como el derecho al medio ambiente y a la autodeterminación en el desarrollo.

Asimismo, muchas veces y a pesar de que existen empresas que efectivamente han aumentado de forma notable su inversión, esfuerzos y equipos para cumplir con su responsabilidad social, la gran mayoría de esas compañías siguen entendiendo la relación con las comunidades que les rodean como el sólo cumplimiento de políticas que ellos deciden y no como la efectiva respuesta al reconocimiento de los derechos humanos de los miembros de esas localidades. Políticas que pueden cesar o cambiar de enfoque, según cambian las gerencias de asuntos corporativos.

Reconozcamos el verdadero escenario. Un desarrollo sostenible real implica un cambio de paradigma en los proyectos, en las reuniones y en la relación que mantengo con la comunidad. No son ellos, hitos de una iniciativa particular como empresa, una acción que me hace llenarme de elogios y premios, sino que son la justa respuesta a un derecho que tiene la comunidad intervenida: el derecho al medio ambiente como bien público y a la participación en el desarrollo.  

Por su parte, los ciudadanos también hemos mostrado poca conciencia frente a las responsabilidades que conlleva el ser poseedor de estos derechos. No sólo se trata de exigir, sino también de contribuir a su observancia. Todo ciudadano es responsable de ser un agente que aporte al cumplimiento de estos derechos, especialmente los de segunda y tercera generación, que no sólo se encuentran en manos del Estado.

Creemos que el aniversario de Guantánamo debe llevarnos a una reflexión profunda sobre lo que son los Derechos Humanos y cómo, desde mi organización, mi empresa, mi posición en la sociedad, puedo contribuir a su reconocimiento. Los Derechos Humanos son una celebración a la dignidad del ser humano, que reconoce su posibilidad infinita de generar cambios. No perdamos la oportunidad de exigirlos y contribuir día a día a su cumplimiento, para llegar así a un desarrollo sostenible de verdad.

Pablo Valenzuela

Director Ejecutivo

Fundación Casa de la Paz