14 de Febrero: San Valentín v/s Morfeo

14 de Febrero: San Valentín v/s Morfeo

14 Febrero 2013

Cuenta, cuenta… ¿cómo fue tu recibimiento en el día del amor?. 

José Olivares C... >
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El programa matinal que estaba escuchando aquel día en una de las escasas radios locales de aquel tiempo, en una época que además de estudiar, estaba casado con una santa mujer -como muchas otras en nuestros días-, que además de cumplir su jornada laboral en un jardín infantil, se hacía cargo de esas cosas tan peculiares e indispensables del hogar que la hacían tan especial para mí, aconsejaba  a sus auditores de cómo podían celebrar el día de los enamorados las parejas de casados.

En una de sus partes, el locutor sugería que las esposas dedicadas a trabajar fuera del hogar se sentirían más motivadas románticamente sí no estaban cansadas por tener  que ocuparse de todo el trabajo que las esperaba  en  la casa a su regreso, por lo que entregaba unos interesantes comentarios.

Así que atendiendo aquellos consejos, durante toda la jornada me preocupé de lavar la ropa, realizar un aseo completo de la casa, por la tarde comencé a preparar una exquisita cena no sin antes bañar a los niños y colocarles su mejor ropa. Fui a una feria cercana y compré unos CD muy románticos, adorné la mesa con un fino mantel color rojo,  además de unas velas  que al encenderlas desprendían un aroma muy especial para aquella ocasión, incluso encargué un hermoso ramo de rosas para obsequiárselas cuando llegara.

El atardecer tímidamente se retiraba para dejar que entrara una hermosa noche. Eran cerca de las 20 hrs., y mi señora al cruzar el umbral  de la puerta no cabía de asombro al encontrar una casa impecable, unos niños bañados y perfumados, el colgador de ropa totalmente ocupado, una mesa muy bien adornada, un equipo que habíamos comprado a 18 meses plazo hacía sonar una música orquestada de Ray Conniff, además de un exquisito olor a asado que había preparado con mucho cariño.

Con el ramo de rosas en mis manos le dije que era mi obsequio en el día del amor, sellándolo con un apasionado beso. Han pasado los años y ella desclasifica los comentarios que se hicieron entre sus amigas al otro día de aquel lindo acontecimiento.

- Cuenta, cuenta… ¿cómo fue tu recibimiento en el día del amor? Preguntaban a coro sus compañeras de trabajo.

- Bueno, la verdad fue una cena maravillosa, los niños se fueron a acostar temprano, luego me invitó a bailar un tema romántico de Adamo y así fue pasando lentamente la noche.

- Sigue, sigue… ¿Qué pasó después? Preguntaban casi atropellándose, en un afán de solidarizar con las emociones de la amiga y del evento romántico que le habían preparado.

En un momento  nos sentamos en el sillón, me abrazó, luego me dio un beso, pero al parecer estaba tan cansado por haber hecho todas los quehaceres del hogar que hacemos las mujeres a diario (excepto por las flores y el asado traducido siempre en atenciones especiales al marido), que se rindió completamente pero no al amor, sino que celebró a Morfeo, el dios griego de los sueños “encargado de permitir que los mortales puedan huir por momentos de las terribles maquinaciones que confabulan los dioses para fastidiar a los hombres”.