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Opinión: La irrupción de Lagos
Opinión: La irrupción de Lagos
Qué duda cabe, Ricardo Lagos movió sustancialmente el panorama político del país. En una potente demostración de su capacidad de liderazgo, cambia el rumbo de resignación de muchos, que creían que era inevitable la vuelta de Piñera.
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authenticated userPor José Sanfuentes, de Izquierda Independiente.
Qué duda cabe, Ricardo Lagos movió sustancialmente el panorama político del país.
En una potente demostración de su capacidad de liderazgo, cambia el
rumbo de resignación de muchos, que creían que era inevitable la vuelta
de Piñera. De otro lado, renueva esperanzas para una coalición que
proyecte la inspiración reformista de la nueva mayoría y rectifique sus
severos desaciertos; y le genera un nuevo espacio político al gobierno
de la Presidenta Bachelet.
El candidato de la derecha ya no corre solo. El espejismo en
las encuestas, que lo hacen aparecer con más del 40% de gente que cree
que será el próximo presidente, lo más probable se deba a los votantes
no consideraban opciones plausibles a ninguno de sus contendores en
carrera. Ahora la cosa se puso competitiva para Piñera. Un analista
señalaba que el efecto Lagos es, al menos, neutralizar a Piñera y que no
es descartable que ello traiga como consecuencia el desembarco de ambos
en los momentos cruciales de la carrera a la Presidencia. Es el “wishful thinking” de los candidatos emergentes.
Sin embargo, el carácter y peso de los candidatos “bonapartistas” –
considerando a la vez las debilidades de posicionamiento y de liderazgo
consistente de las nuevas generaciones capaces de renovar la política –
derivará en que tendremos una segunda vuelta entre Lagos y Piñera, de no
mediar sucesos extraordinarios.
A la coalición progresista y al gobierno, la proclamación de Lagos le trae nuevos aires.
La creciente desafección de sus partidarios, por el centro y por la
izquierda, tenderá a detenerse. El futuro ya no aparece como un debate
mesiánico acerca del país que queremos sino cuánto queremos a este país y
cómo lo hacemos mejor, con todos incluidos, aunque decididamente con
foco en los pobres, en los que corren con desventaja, en los que
–legítimamente- quieren tomar parte efectiva de los beneficios del
progreso. La irrupción de Lagos probablemente ordenará también al
gobierno. El cambio de gabinete y la estrategia del tiempo de
gobierno que resta, debiera alinearse con las perspectivas programáticas
del más probable candidato del sector: una sólida democracia avanzada.
Es decir, consolidando el espíritu libertario, alentar una danza
virtuosa entre las responsabilidades sociales del Estado, el valor del
crecimiento sustentado en una economía social de mercado, y una resuelta
conducción política que una a las grandes mayorías para arrinconar las
inequidades y los abusos, las ineptitudes y la corrupción.
Es deseable que las preocupaciones nacionales más urgentes que dominarán
la escena en los meses venideros hasta la elección presidencial, en el
contexto de un programa ambicioso y participativo de gobierno, sean
asumidas con claridad por Lagos, así como por el gobierno, indexando
futuro y presente.
Mejorar sustantivamente las pensiones es una oportunidad para sacar al pizarrón a aquella “danza virtuosa”. Un sistema donde aporten los trabajadores y la sociedad civil, los empresarios y el mercado, y el Estado como actor y garante del derecho de todos a pensiones justas y vejez digna. No hay soluciones mágicas, en ningún país del mundo, pero combinar adecuadamente un sistema colaborativo con la capitalización individual es el camino que transitan todos. Mantener la edad de jubilación, las generaciones por pensionarse en estos años no tienen características de longevidad como las que vienen, tal vez en unos cuántos años esta sea una discusión atinada. Hoy el trabajador ahorra forzosamente un 10% para la vejez y un 2,5% de seguro disponible para tiempos de cesantía. El gobierno propone adicionar un 5% de cargo del empleador. Una propuesta sensata y plausible hoy, puede ser que de ese 17,5%, un 8% se mantenga como capitalización individual en AFP, un 5% esté disponible para cesantía y otras contingencias mayores y un 4,5% al sistema colaborativo, intra e intergeneracional, que se acopla con el pilar solidario aportado por el Estado. Cabe destacar que las empresas deducirán de su base imponible el gasto completo del 17,5%, por tanto, parte de este monto se carga al Estado, al recibir menos impuestos.
En educación, alcanzar mayor inclusión sin segregación, elevar la calidad de las experiencias formativas y terminar con los privilegios de cuna, son reformas indispensables de continuar, probablemente rectificando el rumbo actual, que tiene a todos descontentos. Modificar el pago por asistencia en la educación escolar y terminar en la educación superior con el CAE y todo modo de financiamiento que asfixia a estudiantes y familias. Apoyo decidido a la educación de carácter pública e incentivos claros para quienes del mundo privado opten por encaminarse en esa dirección. Un sistema de acreditación de calidad que promueva y exija estándares de calidad a todas las instituciones, respetando su autonomía y la diversidad de sus visiones y misiones. Exigir de cada cual según sus posibilidades y respaldar a cada cual según sus necesidades, implica creciente cobertura de gratuidad y apoyos adicionales necesarios, en todo el sistema de educación superior, garantizando hasta el séptimo decil, e instalando para el resto un sistema estatal de crédito solidario acoplado con pago contingente al ingreso familiar. Por cierto, hacer cumplir la ley y sancionar todo abuso de cualquier institución de educación.
El shock redistributivo del actual gobierno ha generado efectos
indeseados, que han derivado en estancamiento económico y alza de
cesantía, incluida la disfrazada en la mayor parte de los trabajadores
“por cuenta propia”. Medidas decisivas en favor del crecimiento y
atenuar la inestabilidad laboral es clave para recuperar confianzas y
enrumbar al país en la búsqueda de los estándares económicos de los
países desarrollados.
Hacer retroceder a la delincuencia y aplacar el sentimiento ciudadano de
inseguridad, implica un esfuerzo mayor de los municipios, que conocen
muy bien su territorio, en estrecha coordinación con los sistemas
nacionales responsables.
Aprobar las leyes en favor de la igualdad de género, tanto respecto del
derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su vientre como
respecto del matrimonio igualitario.
Adicionalmente es imperioso que el sistema judicial agilice los procesos que afectan a la clase política, depurándola y ejemplarizando con un shock anticorrupción, a la vez que las empresas sigan el ejemplo de Andrónico Luksic: “ni un peso a las campañas políticas”.
La irrupción de Lagos, incluso aunque finalmente no sea candidato oficial, trae la esperanza que el país no se vea sometido, otra vez, a la fatal dicotomía entre una derecha conservadora que añora tiempos idos y resiste todo cambio, y una izquierda conservadora que, vestida de transformadora, propugna un populismo mesiánico que ha demostrado ser sólo flor de un día.