Buenas conversaciones, buenos futuros
OPINIÓN | La Haya: No hay margen de error
OPINIÓN | La Haya: No hay margen de error
"La declaración de la Presidente Bachelet de que Bolivia “no ganó nada” y algunas explicaciones tendientes a hacer creer a la opinión pública que estamos “mejor que antes” son, antes que nada, inverosímiles", dice Andrés Allamand.
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authenticated user Corresponsal Corresponsal InvitadoLa adversa resolución de La Haya - atribuyéndose una competencia de la que carecía - abre un conjunto de interrogantes para Chile.
En todo caso, para abordar el futuro es bueno despejar tres puntos.
El primero es que el esfuerzo diplomático, político y comunicacional debe redoblarse. No hay dos opiniones: En esos planos, que se entrecruzan con el propiamente jurídico, hay mucho que hacer. Bolivia ha sido más eficaz para instalar su argumentación.
El segundo es que Chile hizo lo correcto al impugnar la competencia de la Corte. Desde el día 1, nuestra posición fue que La Haya era incompetente para conocer del reclamo boliviano. Ante ello, haber dejado la argumentación para “definitiva”, descartado la oportunidad procesal de hacerla valer en esta etapa, habría sido no sólo incoherente sino inentendible.
El tercero es que hacerse “trampas en el solitario” es inconducente. La declaración de la Presidente Bachelet de que Bolivia “no ganó nada” y algunas explicaciones tendientes a hacer creer a la opinión pública que estamos “mejor que antes” son, antes que nada, inverosímiles.
La idea de que se conjuró el peligro, porque en el peor de los casos se nos obligaría a “negociar sin resultado predeterminado” puede resultar ilusa.
De partida, porque estamos ante un Tribunal que resuelve en forma arbitraria. El reciente caso frente al Perú lo confirma: La Corte consideró que Chile tenía la razón jurídica, pero no tuvo empacho en inventar un límite en diagonal que ni a peruanos ni a chilenos se le había pasado por la cabeza. ¿Y si ahora hace otro tanto? ¿Y si impone condiciones para negociar gravosas para Chile?
Asimismo, es absurdo pensar que si se nos llegase a obligar a negociar, se admitiría de buenas a primeras que Chile podría no hacer propuesta alguna, rechazar todas las que se le formulen y pararse de la mesa cuando se le ocurra.
Chile debe reflexivamente analizar la situación en que se encuentra. Y asumir que no tiene margen de error.
Andrés Allamand