Por Juan José Coronell.
Periodista
Córdoba, Argentina.

Luego de su estreno mundial en Buenos Aires y antes de ir a Chile, el Cirque Du Soleil comenzó con su maratónica grilla de fechas en Córdoba. Sép7imo Día comenzó a emocionar y a impactar en los cordobeses, este jueves a la noche. Aquí, la crónica de algo que intentará ser contado, pero que debe ser vivido.

Cuando la gente se acomodó y –casi- llenó el Orfeo, las luces se apagaron. Una combinación rara de emoción, intriga, ganas de ver qué es lo nuevo del Cirque y la adrenalina de un recital, se conjugaron. Más en los fanáticos del trío de Gustavo Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio, que escucharon las recomendaciones de que las fotos no tengan flash, pero sobre todo, el “no te pierdas el espectáculo grabando con tu móvil. Grábalo con tus ojos, con tus orejas, con tu corazón… Vívelo”.

Y vivirlo es lo que hay que hacer. Desde las tribunas o desde el campo, en esta nueva metodología de la interacción con el público, que son guiados y cuidados por los “ángeles eléctricos”- cualquier similitud con Cerati, no es pura coincidencia-; y que son invitados al triángulo de Soda Stereo, que formaban siempre al tocar.  Los mismos que son testigos de un show que cuenta con 35 acróbatas, 43 artistas, 13 creativos y 20 containers.

Déjame vivir este sueño

Charly y Zeta aplaudieron y fueron aplaudidos, iluminados y ovacionados para que comenzara el show. Como sucedió siempre desde 1984, como pasó también con el Circo. Cosas del destino quisieron que esta compañía y la banda nacieran artísticamente el mismo año (si tenemos en cuenta la salida del primer disco).

Los acordes de “En el séptimo día” comienzan con las imágenes que explotan por todas partes. Algo así es esto. Soda a todo volumen y dentro de él el circo y no al revés. Un joven atrapado en una jaula, se deja llevar por lo que escucha. Hace las veces de Gustavo, sobre todo después de que pueda ser el “hombre alado”. La elevación lo lleva a lugares de «juventud, dinamismo y energía», como el significado de “soleil” o de Soda. Es la liberación, en donde el protagonista representa a una generación argentina, que se liberaba de la dictadura. La metáfora en la opresión militar, como dijo el autor y codirector, pero también de un género que no veía bien al “rock para bailar” de los ’80.

También hay un guiño, por los 25 años de “Dynamo”. Uno de los discos, que los críticos y fans, ponen a la altura de “Canción Animal” y hasta que lo supera en sonido. Una bandera con la tapa de 1992 se pone en la luna y allí “sale el sol”.

A cada segundo estaré más cerca

“No descansaré” es lo que completa al nombre del espectáculo. Tal vez eso es lo mejor que logró el Circo: Cumplir con esa promesa y demostrarnos, la importancia vital de Soda Stereo en varias generaciones y en formas de abordarla. Después, para aquellos que sean fans del trío, todo es perfecto. Mucho rock a todo volumen y una catarata de hits como “En remolinos”, “Luna Roja, “Persiana Americana”, “Signos”, “En la ciudad de la furia”… Para quienes hayan ido a otro espectáculo del circo, por momentos sentirán que le faltan más números que impacten.

La explicación, puede ser el homenaje claro a la banda cargado de nostalgia. La atención prestada al corazón y no tanto al impacto visual. El cuidado de lo simbólico de la banda y no la compañía. Desde el vestuario que hace acordar a los primeros años de la banda, la guitarra azul Jackson de Cerati en todo momento (inclusive haciendo al ecenario) y en uno de los momentos de la noche, cuando una sirena nada y danza en “Hombre al agua”.

De todos modos, hay muchos momentos donde se lleva “hasta el extremo” o no se dejan “deslizar en recuerdos quietos”. A saber: La equilibrista en la réplica de la Floralis Genérica, con “En remolinos”, de fondo; el protagonista que va dibujando estrellas con un diábolo, que termina siendo el trío en “Signos”; el payaso Toto Castiñeiras, en una especie de clip con “Sobredosis de TV”. Y dos puntos muy altos y estremecedores: el primero con “Un Millón de años luz”, mientras una artista dibujó con arena, para que se proyectara en la pantalla. El segundo, con el fogón de “Té para tres”. Ese tema especial de Gustavo, que lo transformaron más especial para todos.

Todo es un gran videoclip, como dijo Benito Cerati, cuando vió el estreno. No hace falta que siga un hilo conductor, como en Corteo para que el Cirque du Soleil, logre la magia de que se borre el rock y sea circo y viceversa. No hace falta que sea lo que ha sido siempre, para homenajear a una de las mejores bandas de la historia. Solo pequeños detalles, como Florencia Aracama, quien es la encargada de llevar luz al planeta Stereo. Ese lugar, que desde la música ha sabido iluminar todos los planetas.

La noche continuó con el culto a ellos, a la guitarra que ha dado uno de los riffs más conocidos y el final del espectáculo con “De música ligera”. Allí, es la explosión llevada a la “carpa” como si fuese un pogo imaginario. Piruetas, saltos, el asombro por la perfección del cuerpo, pero no cuidado como hasta entonces. La emoción, pudo imponerse cuando el telón cayó. El “Gracias Totales” es la necesidad de reconocer que los ojos internacionales, se hayan puesto en la música y la vida de los encargados de revitalizar las sensaciones.

Al final, el astronauta que dejó la bandera de Dynamo, hizo que se moviera la de Argentina. No debe ser solamente por haber estado en Córdoba y es día de fecha patria. Sino porque Soda Stereo es una de las mejores cosas que ha dado este país. Por los siglos de los siglos… “Desafiando al tiempo”.