Los discos que no te atreves a escuchar: David Bedford – Star Clusters, Nebulae & Places in Devon

16 Agosto 2011

Si no conocen a este caballero de la música, es momento de hacerlo. Y este disco es una excelente forma de apreciar la obra de uno de los grandes compositores del siglo XX.

Iván Ávila >
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¿Qué podemos decir de David Bedford? En primer lugar y para hacerse una idea de por dónde van sus intereses musicales, les cuento que desde los años 70 ha sido compositor con largas residencias de varios “colleges” británicos y que entre sus amigotes y colaboradores se cuentan a Kevin Ayers, Mike Oldfield, Roy Harper y Lol Coxhill… Segundo: Ha colaborado con una incontable cantidad de músicos, bandas y orquestas de los más diversos estilos y géneros a lo largo de su carrera y es, por antonomasia, uno de los pioneros del actual movimiento avant garde, con el que comenzó un largo romance a inicios de los 70… Tercero: Bedford es un maestro al momento de generar éxtasis armónicos en vez de acumular timbres y texturas. Su trabajo de décadas con niños (incluso menores con discapacidad auditiva) lo ha llevado a construir partituras en las que ha reemplazado la notación musical por gráficos. Cuarto: Es un amante de la ciencia ficción, lo que ha dotado a su obra de un sello muy particular.

Si bien, la época de mayor producción musical publicada a nombre propio para Bedford fue entre los 70 y comienzos de los 80, sus contribuciones en la educación y la música clásica contemporánea han formado parte fundamental de sus últimos 30 años, con una nada despreciable cantidad de participaciones junto a orquestas sinfónicas de Inglaterra.

El álbum que nos ocupa hoy, es el sexto de su discografía como solista y en él, se acumula una serie de géneros que van desde lo más granado del clasicismo, pasando por el lado más sobrio del avant garde, el sinfonismo, la música coral, el minimalismo y el mismísimo y nunca bien ponderado rock.

A estas alturas quizás sobre mencionar el que puede parecer un título pomposo, pero que calza perfectamente con los intereses de Bedford por la ciencia ficción. “Estrellas, Nebulosas y Lugares en Devon” no hace sino mayor gala de otros títulos anteriores y posteriores del músico, incluyendo esa monumental obra llamada Rygel 9, basada en un cuento de Ursula K. LeGuin. Pero eso es harina de otro costal. En la cara A de este disco (qué antiguo se ve eso!), encontramos una monumental pieza de poco más de 25 minutos que, en base a voces y bronces, nos introduce en una serie de secciones superpuestas que van conformando una portentosa sinfonía de volátiles atmósferas que no dejan de recordar las bandas sonoras de 2001 y Close Encounters of the Third Kind, y si bien Bedford puede haber cogido algo de Richard Strauss y su inmortal Also Sprach Zarathustra, debemos recordar que la música de este disco fue compuesta a comienzos de los 70, por lo que me atrevo a suponer que John Williams algo debió tomar del talento de Bedford para la banda sonora de la película de Spielberg…

En fin, el asunto es que la primera parte de este disco, es un verdadero aunque complejo viaje dotado de contundentes secuencias sonoras que navegan entre improvisaciones, música de cámara, algo de barroco, avant garde y minimalismo, elementos que se mantienen en la segunda parte del álbum, titulada The Song of the White Horse, una pieza nuevamente intrincada, pero en donde las secciones que lucen improvisadas casi desaparecen para dar paso a segmentos sinfónicos, los que incluyen algunas breves apariciones de teclados en manos de otro “don” de la música llamado Mike Ratledge (Soft Machine) en una pieza brillante, llena de sonidos y arrolladoras secciones vocales que nos invitan a conocer las influencias de los grandes autores clásicos del siglo XX a los que Bedford debe ser tan aficionado y en donde incluso, podemos percibir cierto homenajeo para nada gratuito, a Los Planetas de Holst, mientras las armonías se unen en un crescendo que lleva a un final diáfano y devastador.

En suma, un dis-ca-zo que deben escuchar antes de morir so pena de perderse una de las obras más arriesgadas, hermosas y refulgentes de las postrimerías del siglo pasado.