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Queremos Políticos con Vocación
10 Julio 2008
La democracia es perfectible y todo lo que se haga en su beneficio es mirado con simpatía, mejoremos la calidad de los candidatos. Por Hugo Pérez White
Hugo Pérez White >
authenticated userGran parte de nuestra vida republicana ha sido dirigida por los políticos, como representantes de partidos o conglomerados de opinión, insertos en los sistemas democráticos que se han creado y han sido vertientes válidas para hacer opinión pública, los cuales han tenido vaivenes más o menos profundos en el tiempo y otras veces han caído en descrédito popular y éste les ha negado su apoyo y confianza cuando ese aliciente ciudadano era indispensable para sobrevivir.
Este desencuentro con la gente ha producido quiebres institucionales, que en varios períodos de nuestra historia hemos tenido que soportar con estoicismo, dolor y angustia, consecuencia de la pérdida de seres queridos que en algunos períodos de nuestra historia, se atrevieron a pensar diferente a los gobernantes del momento.
En el presente estamos reviviendo este proceso cíclico y así como van las cosas debemos analizar con más cautela y menos caudillismo el bien común de una sociedad que está alerta a los cambios sociales, económicos y políticos que se manifiestan en el mundo, dada la rapidez que nos entrega el adelanto tecnológico y como consecuencia lógica el cambio conductual de los pueblos.
En la actualidad es difícil hacer política en el buen sentido de la palabra y por esta misma razón es conveniente para el país, que aquellos que sientan verdadera vocación de servicio público, aparte de la cultura que se lleve consigo, deben ser preparados políticamente en escuelas especiales para estos efectos y en esta forma poder seleccionar a los mejores exponentes en los cargos de poder.
Las universidades deben crear carreras especialmente abocadas a entregar una malla curricular que permita formar profesionales idóneos para cumplir tan delicadas funciones y con ello se terminaría el clientelismo político que tanto daño hace a la democracia y que tanto costó restaurar en el país, no siendo justo que esa buena imagen internacional que se ha adquirido con esfuerzo de muchos, se despilfarre incorporando a sus huestes partidarias a cuanta persona quiera hacerlo, sólo para aumentar el número de su padrón y mostrarlo a sus eventuales socios u oponentes como un escudo de certificado de poder político.
La democracia es perfectible y todo lo que se haga en su beneficio es mirado con simpatía y ello parte tomando conciencia de nuestras debilidades humanas y demostrar voluntad cívica para hacer las rectificaciones a que haya lugar, aún perjudicando los propios intereses de las personas, grupos o conglomerados políticos.
Foto: kno
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"Las opiniones vertidas en los comentarios son de exclusiva responsabilidad de los ciudadanos que las emiten y no representan necesariamente a El Nortero, medio que sólo actúa como plataforma de expresión democrática. Más detalles en Normas de Uso para Comentarios"
Este desencuentro con la gente ha producido quiebres institucionales, que en varios períodos de nuestra historia hemos tenido que soportar con estoicismo, dolor y angustia, consecuencia de la pérdida de seres queridos que en algunos períodos de nuestra historia, se atrevieron a pensar diferente a los gobernantes del momento.
En el presente estamos reviviendo este proceso cíclico y así como van las cosas debemos analizar con más cautela y menos caudillismo el bien común de una sociedad que está alerta a los cambios sociales, económicos y políticos que se manifiestan en el mundo, dada la rapidez que nos entrega el adelanto tecnológico y como consecuencia lógica el cambio conductual de los pueblos.
En la actualidad es difícil hacer política en el buen sentido de la palabra y por esta misma razón es conveniente para el país, que aquellos que sientan verdadera vocación de servicio público, aparte de la cultura que se lleve consigo, deben ser preparados políticamente en escuelas especiales para estos efectos y en esta forma poder seleccionar a los mejores exponentes en los cargos de poder.
Las universidades deben crear carreras especialmente abocadas a entregar una malla curricular que permita formar profesionales idóneos para cumplir tan delicadas funciones y con ello se terminaría el clientelismo político que tanto daño hace a la democracia y que tanto costó restaurar en el país, no siendo justo que esa buena imagen internacional que se ha adquirido con esfuerzo de muchos, se despilfarre incorporando a sus huestes partidarias a cuanta persona quiera hacerlo, sólo para aumentar el número de su padrón y mostrarlo a sus eventuales socios u oponentes como un escudo de certificado de poder político.
La democracia es perfectible y todo lo que se haga en su beneficio es mirado con simpatía y ello parte tomando conciencia de nuestras debilidades humanas y demostrar voluntad cívica para hacer las rectificaciones a que haya lugar, aún perjudicando los propios intereses de las personas, grupos o conglomerados políticos.
Foto: kno
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