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El eufemismo de la “democracia” en Chile (La percepción de un ciudadano de provincia)

24 Julio 2011

El “estado de derecho” pareciera ser el derecho que beneficia a las grandes corporaciones privadas: ellas tienen más derechos que los ciudadanos/as.

Juan Jacobo Tan... >
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Chile tiene una democracia que es funcional al sistema económico neoliberal, es un país económica y políticamente dependiente, un terreno en el que las fórmulas del mercado global son ensayadas con relativo éxito (la pobreza en Chile ha aumentado un 15%); se podría incluso decir que es una neocolonia, dentro de las cual están quienes administran, reproducen el colonialismo interno (los gobiernos de turno: Alianza y Concertación que gestionan un estado funcionalizado principalmente a la economía extractivista de materias primas, a las corporaciones capitalistas encargadas de succionar la riqueza del país y convertir al ciudadano y a la ciudadana en mera clientela: en un empedernido tragón y tragona de cuanto producto se ofrece en el mercado).

El colonialismo necesita de agentes que les sean funcionales, intermediarios que con discursos y políticas supuestamente nacionales, aplaquen las luchas del pueblo nacional (luchas que ahora emprende una minoría-mayoría que no ha perdido el juicio y creen que otra sociedad es posible); son  funcionarios de los países coloniales del primer mundo, que no ven en este país sino, por decirlo en pocas palabras, un lugar desde donde extraer materias primas a bajo costo, mano de obra barata y adiestrados/as consumistas. Bajos impuestos (como los que pagan las mineras), endebles leyes medioambientales (como la ley de aguas, de minería y del medioambiente) hacen de Chile un país “atractivo para la inversión privada”. Se hace las leyes, se las acomoda, para que los inversionistas privados (las corporaciones transnacionales) tengan todo las ventajas para sus prácticas crematísticas.

El “estado de derecho” pareciera ser el derecho que beneficia a las grandes corporaciones privadas: ellas tienen más derechos que los ciudadanos/as. El presidente español Rodríguez Zapatero llenó de elogios a las políticas económicas de Chile en la última visita que hizo el presidente Piñera a España, no podía ser de otro modo, Chile se ha convertido en una colonia del capital español (con poderosos capitales en telecomunicaciones, en editoriales de libros, en servicios básicos como el agua o en bancos, etc.); continuamos sometido al yugo español, la independencia no parece ser más que una farsa.

Si no podemos hacer buenos y justos negocios no podremos ser nunca un país independiente. No somos soberanos para hacer negocios. Por ello, no tendremos desarrollo, pues el desarrollo de una nación o un pueblo incluye su soberanía económica y la igualdad económica. 

De la Dictadura de Seguridad Nacional hemos pasado a la Democracia de Seguridad Nacional. En esto que llamamos “democracia” el pueblo no es tomado en cuenta (en Chile la democracia siempre ha estado secuestrada por los partidos políticos que tenemos: la “mafia política” dirían  algunos), quien parecen ser soberanos hoy son las multinacionales y transnacionales instaladas en el país que hacen lucrativos negocios destruyendo las fuentes de riqueza: al ser humano trabajador y la naturaleza; reduciendo la existencia del pueblo, de la “nación”, a la producción y consumo de bienes y servicios.

Quien plantee otra forma de vida, humanizar las relaciones humanas (reducidas, repito, a relaciones de intercambio de mercancías y a la explotación o exclusión), es tachado de “comunista” (palabra que no usa para descalificar y demonizar) “utópico”, “irreal” o “irresponsable”. Por eso nuestros queridos políticos imponen su “realpolitik” y no ven, no quieren ver, más allá; más aún, han renunciado a la realización del proyecto Chile, se han entregado a un proyecto ajeno, han alienado la soberanía del país, asegurando sus propios y mezquinos intereses; más todavía, ofertan el país al mejor postor: hemos sido prostituidos al capital foráneo. Por eso Chile ya no existe. Y si se intenta hacer algo para que esta democracia de unos cuantos sea una de mayor participación y fiscalización ciudadana, se es tachado de “peligroso para la democracia”, un “des-adaptado” que promueve el caos y atenta contra la “estabilidad nacional”.

Para frenar estos ímpetus se confía en la sabiduría de los politiqueros, pero además, en la industria cultural del entretenimiento que aliena a las personas con placeres instantáneos y realidades virtuales, justamente para que ya no piensen en los problemas reales que les afectan, para que ya no reflexionen sobre su propia realidad, alimentando de paso la ilusión de que algún día (el 2020 dijo Piñera, o antes) seremos como Suiza o Gran Bretaña. En efecto, muchos/as ciudadanos/as tiene como aspiración de sus vidas el estilo de vida norteamericano o inglés: por eso les incomoda tener población indígena, aunque muchos de ellos tienen sangre india: mestizos.

Por otro lado y al mismo tiempo se acude a las fuerzas del orden o al servicio de inteligencia, para que separé, fiche, persiga, escarmiente a los luchadores sociales, intelectuales, personas, pueblos originarios, en fin, que intentan construir desde la práctica, la reflexión, desde el arte y la cultura, otra subjetividad ciudadana, otro proyecto de sociedad, otro Chile. Además de ello, nunca se desecha la intervención de las Fuerza Armadas, cuyo poder de represión, avisa implícitamente que más vale no intentar nada contra esta democracia burguesa, pues ellas están para defenderla, para velar su orden y su seguridad; el “orden” y la “seguridad” que esta democracia ofrece. Mediante la violencia legitimada por esta democracia se aplaca cualquier intento de querer transformar esta sociedad construida sobre el eufemismo del libre mercado.

Las Fuerzas Armadas están para custodiar la “democracia”, están incluso por encima de la democracia, puesto que ellas son las que en última instancia la garantizan: si por la vía electoral se decide otra cosa (como sucedió en 1970) téngase por seguro que ellas “impondrán el orden” y la “democracia” otra vez.

Esta ideología es la misma de la dictadura de la “seguridad nacional”; las cosas no han cambiado, se mantiene el esquema básico del orden establecido por la doctrina de la Seguridad Nacional; por eso la democracia de Chile es autoritaria, policíaca y, por que no decirlo, hasta racista (ver caso mapuche y la exclusión política de los pueblos originarios, que muchas veces solo son instrumentalizados para que los gobiernos legitimen su discurso y poder simbólico).

Todo es lícito al interior de esta “democracia” controlada, siempre y cuando no se la cuestione y si se acepte jugar con sus reglas (donde se deja fuera de manera explícita la libertad de pensamiento o expresión y la posibilidad que la ciudadanía tenga más poder de decisión: la dictadura, por ejemplo, condicionó para la “vuelta” de la democracia –pues dizque que ellos han tenido la gentiliza de “devolvernos” la  democracia- la exclusión de partidos de inspiración marxista (pues durante la Guerra Fría, EEUU, y los gobiernos lacayos y dictatoriales de los países subdesarrollados como Chile que le respaldaban, se empeñaron en convertir el pensamiento marxista en culpable de todos los males del planeta). El sistema binominal que se ha implantado en Chile no es otra cosa que el sistema de la exclusión política de la ciudadanía. Sólo nos usan para votar cada cuatro años.

Haciendo un paréntesis, solo puedo decir a propósito del marxismo, que las ideas se combaten con ideas y no persiguiendo, metiendo preso o asesinando a quienes piensan diferente. Ningún crimen es justificable, venga de donde venga. Y es un verdadero crimen el “dejar hacer” de esta economía de mercado, en realidad se trata de dejar morir de hambre a la mayoría de la población del planeta. Se ha globalizado la injusticia y la discriminación. Simplemente no se hace nada o casi nada y se espera que la “competencia perfecta” en el mercado lo arregle todo.

El escudo de ¿nuestro? país reza “Por la razón o la fuerza”. Si la “razón” no es suficiente viene la fuerza, pero de la razón de la que se habla es la del dominio, las razones que justifican la opresión, la exclusión, el sistema que produce desigualdad, la de aquellos que creen que solo ellos y ellas piensan; impera como única razón la racionalidad del crecimiento económico, que se la instaura e instaurará aún a costa de la vida (la minería).

Si el pueblo decidiera un cambio del orden económico, por ejemplo, inmediatamente sería acusado de irracional y combatido sin reparos. Es cierto, quienes nos gobiernan (la derecha, la izquierda o el centro) solo conoce la democracia digitada por las burocracias privadas.

La democracia que tenemos no es democracia, es la continuación de la dictadura, solo que ahora los militares no mandan directamente, no son necesarios, al menos por ahora, pues hoy se puede mentir al pueblo de otra forma (como lo hacen los políticos y políticas), se puede apelar al “imperio de a ley” (a la Constitución Política) para someterlo; además, se lo puede persuadir mediante los medios de in-comunicación. Pero las Fuerzas Armadas pueden mandar en cualquier momento, a penas esta democracia “de los ricos” se vea en riesgo.  

La dictadura no ha pasado, no es parte del pasado como dice la derecha, ni hemos tenido 20 años de democracia como dice la izquierda concertacionista y también sus compañeros/as de la derecha (al final ambos bandos o bandas han gobernado para un mismo fin), ahora mismo vivimos la dictadura del modelo neoliberal, la de la propiedad privada burguesa, la dictadura de las corporaciones políticas, como la de la misma derecha y la izquierda concertacionista que están 22 años en el poder (dizque que la derecha quiere estar 4 años más y si es posible más, ¿aguantará el pueblo de Chile?), la de los medios masivos de in-comunicación. La democracia que tenemos es la continuación de la dictadura, son parte de un mismo proceso que ha llevado a Chile a integrarse como miembro de segundo o tercer orden a la estrategia de globalización.

Las leyes y las fuerzas de represión siguieron y siguen operando, como las Ley antiterrorista, que se aplica y se aplicará a todo aquel que ponga en cuestión esta democracia burguesa, las escuchas telefónica, el control que el gobierno quiere ejercer sobre las redes sociales, infiltrados en los movimientos sociales, en fin: cuando los políticos del status quo, los especuladores, aquellos que han apoyado con alevosía la dictadura, el crimen (como los partidos de derecha: recuerdo que sus fundadores Jaime Guzmán y Onofre Jarpa defendían con elocuencia y vehemencia la dictadura militar, más aún el primero era uno de sus principales ideólogos y arquitectos: los muertos parecieran seguir mandando) se llenan la boca hablando de democracia hay que desconfiar; es su democracia; democráticamente cuentean al pueblo y lo agravian. 

Ojalá podamos construir otro Chile, no pierdo las esperanzas que otro Chile es posible: más tolerante de su diversidad interna, que reconozca plenamente a los pueblos originarios que viven en él (basta de colonialismo interno) menos alienado (no queremos que se haga de Chile un simple reality), más participativo, realmente democrático, un Estado incluyente, con una nueva constitución, federalista (para que sus regiones no sigan excluidas) menos consumista, menos endeudado, menos imitativo de las ideas y prácticas decadentes del “primer mundo”.

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