El Jueves 21 y Viernes 22 de Enero se presentó en Iquique la obra “NEVA” de la compañía de teatro En el Blanco. En este montaje dos actrices y un actor ensayan El jardín de los Cerezos de Chéjov en su teatro ubicado frente al río Neva en la ciudad de San Petersburgo, la acción transcurre en medio de la intensa turbulencia revolucionaria del invierno de 1905, cuando las tropas zaristas han reprimido salvajemente una masiva marcha, matando a cientos de personas en una fatídica jornada posteriormente llamada "Domingo sangriento".
Las soberbias y excelentes actuaciones de los actores sirven para recrear la problemática relación que tiene hoy el teatro y el mundo de lo social. Una relación que en el Chile de hoy, salvo algunas excepciones, parece fuertemente divorciada.
Vivimos en un país en que a directores y actores ya les da “lata” que el teatro realice una crítica sobre la realidad social, como que está “pasado de moda”, “no vende”. Son mejores la temáticas subjetivas, intimas y personalistas, parece ser que hoy “la lleva” lo existencial por sobre lo social.
Esta problemática se da en un contexto en que a partir de los noventa con la vuelta a la democracia y después del “apagón cultural” de la dictadura, la actividad teatral debe comenzar a acomodarse a un nuevo Chile, a un Chile casi democrático, mas neoliberal, en donde las inconsistencias políticas y estatales en materia cultural llevan a que el escepticismo y el desencanto sean actitudes preponderantes en muchos núcleos de actores e intelectuales.
Para muestra un botón. ¿Qué ha pasado con las políticas públicas en materia teatral?. El programa de mesas artísticas, entre ellas las mesas de teatro regionales tenían como objetivo según el consejo de la cultura: “recoger opiniones y propuestas de los actores culturales locales e incorporarlos a la política permanente de trabajo de la institución”. La verdad es que en muy pocas regiones se ha cumplido este objetivo, en la mayor parte de ellas estas mesas se han transformado en verdaderas productoras artísticas, algunas en verdaderas plataformas para concursar proyectos y capturar recursos del Consejo de la Cultura, otras quizá en semillas de futuras fundaciones culturales. Muchas han caído en el juego de seguir participando de esta política “de concursillos”, en donde se incentiva más que la sana competencia con calidad de propuestas teatrales, una competitividad que ha fragmentado y dividido las comunidades de actores y artistas sobre todo locales, donde los premios son menos (Fondart) y los participantes (artistas) cada vez mas. Ha rendido fruto la política del clientelismo, mientras más cerca estoy del Consejo de la Cultura, mas probabilidades de ganarme un fondo.
Y si las comunidades se fraccionan, si no hay tejido social entre los actores, ¿de que manera se reúnen a reflexionar, debatir y proponer nuevas políticas en materia teatral para el Estado?. Difícil respuesta.
En nuestro contexto local, pareciera ser que no estamos muy alejados de esta realidad. El teatro se ha ido divorciando de lo social porque las políticas locales han propiciado una comunidad de actores preocupados mas de concursar, dejando de lado el debate, la reflexión, la discusión sana tan necesaria para que desde ahí broten propuestas de políticas publicas culturales que se demanden al Estado y no sea éste el que les imponga la política a los artistas.
Al parecer NEVA y su crítica a este divorcio del teatro con lo social ha sido una bofetada para todos quienes de alguna forma nos sentimos ligados a este hermoso arte. La obra hace reflexionar y hace un llamado al mundo del teatro a auto-observarse, quizá en ese ejercicio todos aquellos vinculados a la actividad teatral puedan reconocer los estragos que un modelo de sociedad como la que tenemos nos ha impuesto y que se ha traducido en una actitud individualista, de competitividad, de negación de la crítica, del compañerismo y la reflexión teatral. Quizá recién ahí se cree una verdadera mesa que cumpla con el objetivo de proponer políticas teatrales.