“¡Deja de engañar a la Gente!”

“¡Deja de engañar a la Gente!”

09 Septiembre 2008
Es la palabra de Dios la que nos hace responsable de su conversión; es Él quien nos invita a enfrentarlos para decirles: “¡deja de engañar a la gente! ¡Deja de robar! ¡deja de maquinar el mal!" Orlando Contreras sj.
Orlando Contrer... >
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¡Qué duda cabe que hay gente que, deliberadamente, se dedica a hacer daño y engañar a los demás! Así por ejemplo, los que viven traficando droga y buscando que más y más niños y jóvenes se hagan dependientes de la misma. Es también el caso de los funcionarios públicos que, haciendo uso de los bienes y dineros municipales, piden nuestro voto. Es el caso Cristian Lizama, falso abogado, a quien se le acusa de una estafa por más de 3 millones de dólares. Es también el caso de quienes engañan y roban a los más pobres de manera legal como son los creadores de las tarjetas de créditos o los que idearon cobrar el ajuste de sencillo. Y si algunos no están robando, pueden estar dando señales que lo harán al no declarar sus bienes, rentas y deudas cuando corresponde que lo hagan.
La palabra de Dios, de ayer domingo, nos plantea que, frente a este tipo de personas, tenemos una grave responsabilidad: “A ti, hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Tú deberás recibir mis mensajes y comunicarles mis advertencias. Puede darse el caso de que yo pronuncie sentencia de muerte contra un malvado; pues bien, si tú no hablas con él para advertirle que cambie de vida, y él no lo hace, ese malvado morirá por su pecado, pero yo te pediré a ti cuentas de su muerte. Si tú, en cambio, adviertes al malvado que cambie de vida, y él no lo hace, él morirá por su pecado, pero tú salvarás tu vida”. (Ezequiel 33,7-9)
De modo entonces que no podemos callar y permanecer pasivos frente a los mencionados. Es la palabra de Dios la que nos hace responsable de su conversión; es Él quien nos invita a enfrentarlos para decirles: “¡deja de engañar a la gente! ¡Deja de robar! ¡deja de maquinar el mal! ¡deja de aprovecharte del dinero que nos pertenece! ¡demuestra, con los hechos, que cumples con la ley antes de pedirnos el voto!
¡Qué duda cabe también que, al interior de la Iglesia, se dan no pocos problemas! El testimonio que damos como sacerdotes no es precisamente un ejemplo de virtud y fidelidad a nuestra vocación; en no pocas comunidades hay mucho pelambre, luchas de poder, deseos de figurar y muchos creen que pueden relacionarse directamente con Dios prescindiendo de sus hermanos a quienes ofenden gratuitamente.
Pues bien, frente a este tipo de situaciones, que se dan al interior de la Iglesia, el Evangelio de ayer domingo (Mateo 18,15-20) nos plantea el camino a seguir cuando un hermanos en la fe es el que nos ha ofendido o hecho daño: “Si tu hermano te hace algo malo, habla con él a solas y hazle reconocer su falta. Si te hace caso, ya has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a una o dos personas más, para que toda acusación se base en el testimonio de dos o tres testigos. Si tampoco les hace caso a ellos, díselo a la comunidad; y si tampoco hace caso a la comunidad, entonces habrás de considerarlo como un pagano”.
Es claro entonces la gran responsabilidad que tenemos, como cristianos, frente a los hombres y mujeres que se dedican a hacer el mal deliberadamente: tenemos que invitarlos a la conversión aunque esto nos cueste caro. Y frente a los problemas internos de la Iglesia estamos llamados a entrar por la senda de la corrección fraterna para ayudarnos a vivir con mayor fidelidad nuestra vocación y misión.
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