¿Quién se preocupa de la Tercera Edad?

09 Julio 2008
La gente mayor es esforzada y con un espíritu de superación envidiable, que ya se lo quisieran muchos jóvenes de hoy, que desertan de sus colegios sin causa justificada. Por Hugo Pérez White
Hugo Pérez White >
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Nuestras generaciones están viviendo más años que antes y los informes estadísticos médicos así lo demuestran.
La esperanza de vida en la actualidad es de 75 años como promedio, por lo cual las autoridades gubernamentales deben poner énfasis en sus programas sociales y preocuparse de este segmento poblacional, otorgando mayor atención a las enfermedades propias de la edad, para tenerlos sanos, controlados médicamente y activos mediante la formación de asociaciones de adultos mayores donde hombres y mujeres puedan desarrollar actividades físicas, artísticas y manuales.
La situación de abandono en que se encuentran muchos ancianos es trágica pensando que muchos de ellos en su vida activa han sido destacados profesionales, pero, por causas desconocidas son abandonados. Muchas veces gracias a la intervención de vecinos que han dado la alarma pública a los organismos del Estado y organizaciones privadas, éstos han sido rescatados del submundo en que estaban sumidos.

Parece que cuando más avanzamos en el desarrollo del país, más indolentes nos ponemos ante la desgracia ajena.
La vida de nuestros viejos merece una luz que alumbre el corto camino que les queda para morir en paz espiritual.
Pero todo puede ser negativo, ni quejumbroso. Algunas Municipalidades están desarrollando una labor destacable, han creado en sus organigramas administrativos, departamentos a cargo de trabajadoras sociales que se encargan de atender y programar actividades recreativas a las personas de la tercera edad en sus comunas.
La gente mayor es esforzada y con espíritu de superación envidiable que ya se la quisieran muchos jóvenes de hoy que desertan de sus colegios sin causa justificada.
Muchos viejos, lo digo con cariño, van al colegio a aprender las primeras letras que no pudieron hacer cuando niños, y así han salido del analfabetismo que los ha agobiado por muchos años; otros van al liceo a completar sus estudios que no pudieron terminar, pensando en llegar algún día a la Universidad y los más esforzados han obtenido sus títulos profesionales que los ha llenado de orgullo y que alguna vez dejaron de lado por criar a sus hijos.
Son los menos a lo mejor y siguen siendo fieles representantes de esta Tercera edad que sigue luchando y sonriéndole a la vida.
Este silencioso fenómeno social debe hacer recapacitar a los encargados de los organismos del Estado y dar acceso a las demandas que el nuevo orden demográfico requiere.
Foto: Kampers
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